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—¿Estás seguro de esto?— pregunté observando como el hombre preparaba la enorme aguja.
—No— dijo sin dejar de observar con horror y un poco de asco el lugar —Bueno, sí— aclaró.
—Bien— dijo el hombre alzando la mirada a nuestra dirección y sonrió —¿Quién va primero?— preguntó antes de colocarse la mascarilla.
—¡Él!—
—¡Ella!—
El hombre nos miró confundido al ver como ambos habíamos exclamado al mismo tiempo mientras yo señalaba a Toto y él a mi.
—Soy un caballero. Las damas primero— dijo triunfante.
—Durante los estos segundos no lo serás— sonreí con sarcasmo —El animal este quiere ir primero— dije empujando a Toto hacia el frente y este me miró indignado.
—Perfecto— dijo el hombre acomodándose mejor en su asiento —Por acá, Wolff— dijo señalando la camilla.
—¿Es normal que esté haciendo ese drama?— escuché la voz de Lewis detrás de mí a lo que yo me encogí de hombros.
—El que lo conoce de años eres tú, no yo— me quejé.
—La mujer de él eres tú— me recordó burlesco —¡Ay vamos, Wolff!— exclamó este al ver cómo Toto se ponía tenso en su asiento —Solo será unos segundos— dijo este.
—Es mi primer tatuaje, puedo reaccionar como se me venga la gana— respondió a la defensiva.
—Pero solo es una simple letra— dijo este indignado.
—¡Puede ser incluso un puto punto!— exclamó este al ver como el hombre se acercaba a su muñeca —Pero me van a acribillar mi piel— refunfuño —Además este si tiene un gran significado— susurró.
—Ay por dios— solté a lo bajo.
—Mira, se le va a bajar la presión— soltó el moreno con ganas de reír.
—No va a doler. No se preocupe— dijo el hombre a punto de iniciar su trabajo —Además, cada tatuaje tiene un gran significado. Es un hermoso detalle—
—Si claro... lo dice el hombre que casi ni se le ve el color de la piel debido a tanta tinta— soltó sin pensar y rápidamente aclaró su garganta —Es decir...— dijo nervioso y el hombre soltó una carcajada.
—Descuide. Aún se puede ver el color de mi piel debajo de mi ropa interior— dijo este con humor.
—¿Me pueden poner anestesia?— preguntó y Lewis soltó una carcajada haciéndome a mi reír a lo bajo.
—¡Wolff!— exclamé y este hizo una mueca.
—¡Ya, de acuerdo! Perdón— dijo este e inhaló profundamente al momento que el hombre acercó la herramienta para iniciar el trabajo que no duró ni medio minuto.
