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Diciembre 17, 2020 Mónaco
—¡Hogar, dulce hogar!— exclamé suspirando al ver la puerta abierta por Toto.
—Bienvenida nuevamente a casa— sonrió y yo me acerqué a él para darle un beso en los labios —Iré por la maleta— susurró y yo tomé su mano.
—¡Nooooo!— chillé tomando su mano al ver que quería salir de la casa —Eso puede esperar, vamos arriba— hice un puchero.
—Tenemos mucho que meter— rio a lo bajo.
—Y no se irán corriendo, vamos—
Suspiró mientras negaba con una tonta sonrisa sobre sus labios y me abrazó.
—Tú ganas. Pero en la noche me ayudarás a entrarlas por no dejarme hacerlo solo en estos momentos— sonrió.
—Mejor ve a entrarlas— dije riendo.
—Eres increíble— dijo riendo mientras rompía el abrazo —Regreso pronto—
—Te espero aquí— sonreí dándole ánimos.
La casa estaba como la última vez. Todo en su lugar y limpio.
Aunque claro, una limpieza no vendría mal.
En especial cuando la época de navidad ya estaba presente.
Sonreí emocionada y alcé mis brazos apretando mis puños mientras unos grititos salían con euforia.
—¿Te sientes bien?— preguntó Toto a mis espaldas.
Volteé a verlo y corrí a abrazarlo guindándome de él como un koala.
—¡Pero qué pasa aquí?— preguntó riendo.
—¡Debo decorar la casa!— grité emocionada.
—¿Una remodelación?— preguntó confundido.
—¡No!— respondí de inmediato —Estamos a mitad de diciembre, amor—
—¿Y eso qué?— frunció el entrecejo.
—¡Es navidad!—
—Ah, si— sonrió de lado —Sobre eso...— me bajó colocándome nuevamente en el suelo —Amor, yo... jamás he decorado mi casa—
—Siempre hay una primera vez— sonreí un poco nerviosa.
—Jamás lo haré—
—Ah— dije sintiendo una presión en mi pecho que traté disimular con fuerza.
—Pero ahora esta es tu casa y puedes hacer lo que desees— sonrió tomando mi cintura para acercarme a él. Ya no solo soy yo. Así que esta no es mi casa, es de ambos— besó mi frente.
—De repente se me quitaron las ganas— sonreí forzadamente —Iré por algo de agua—
Caminé sin mucho ánimo hasta la cocina y abrí la refrigeradora para tomar un poco de agua.
