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—Adoro las fiestas— dijo Adeline tomando su vaso que contenía ron.
—Bien... ¿ahora si me dirás qué te sucede o espero a que te encuentres completamente ebria al punto de estar tirada en el piso que no puedas ni siquiera ponerte de pie?— pregunté tomando mi cosmopolitan —¡Agh, esto está asqueroso!— solté dejando la copa sobre la barra.
—¡Oye, eso no se desprecia!— exclamó tomando la copa y la llevó a sus labios para beber el cóctel de un solo trago —¡Qué asco!— chilló haciéndome reír.
—Te dije que no estaba bueno— le reproché.
—¡Debería ser un crimen preparar mal un cóctel— se quejó —Lo mejor será que pidas una cerveza—
—No tomo cervezas— le recordé.
—Olvidé que eres toda una reinita— dijo riendo a lo bajo —De acuerdo, entonces un whisky irlandés o lo que sea, pero hazme compañía en beber— hizo un puchero.
—Lo haré— dije sonriendo con malicia mientras el rostro de ella se iluminaba de felicidad, pero que lastimosamente desapareció cuando agregué más —Siempre y cuando me digas lo que te sucede—
—¿No puedes simplemente acompañarme?— preguntó bufando a lo que yo negué con diversión.
—Habla— dije revisando la hora de mi reloj.
23:17
—¡Odio a Charles!— exclamó con desesperación.
—Sabes, normalmente las parejas en sus primeros meses de relación se dicen te amo— pronuncié con ironía.
—¡No lo entenderías!— dijo acabándose el trago —¡Dame otro y doble!— pidió al bartender que estaba a unos metros de distancia a lo que se acercó a nosotras con la botella en mano.
—Y no lo haré si no me sigues contando— rodé mis ojos —¿Podrías prepararme un martini?— pregunté al chico y este con una sonrisa asintió.
—Con mucho gusto— dijo entregándole el vaso a mi compañera.
—Bien. Pero antes de decírtelo...— dijo acercándose a mi —Debemos salir a la azotea— susurró alejándose de mi.
—Como gustes— dije sonriendo.
Me bajé del asiento y el chico me dejó el martini sobre la barra por lo que bebí un poco antes de llevármelo.
Avanzamos hasta subir por las escaleras y salir a la terraza que estaba vacía debido a que todas las personas preferían estar dentro.
Observé la vista a la ciudad o mejor dicho, a la poca iluminación de la diminuta ciudad y bebí un poco del martini.
Este si que estaba delicioso.
—Antes que me digas, debo mencionar que esto está delicioso— le hice saber volviendo a beber un poco.
