Atardecer 1 ∆ parte 5

55 3 0
                                        

El frío aire nocturno envolvía a Carlisle mientras yacía en el suelo de una oscura cueva  del bosque , su cuerpo retorciéndose en agonía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El frío aire nocturno envolvía a Carlisle mientras yacía en el suelo de una oscura cueva del bosque , su cuerpo retorciéndose en agonía. Había sido atacado por un vampiro mientras intentaba cazar una de esas criaturas que su padre tanto odiaba.

Sin embargo, en lugar de matarlo, el vampiro lo había mordido y dejado allí, sabiendo bien lo que le esperaba.

El dolor era indescriptible. Sentía como si miles de agujas incandescentes perforaran su piel, como si un fuego lo consumiera desde adentro. Cada nervio de su cuerpo ardía con una intensidad que desafiaba toda comprensión.

A pesar del tormento, Carlisle mantenía su mano firmemente aferrada al anillo de Anahari, el único símbolo de esperanza y amor en medio de su sufrimiento.

-Anahari...

susurró entre dientes apretados, su voz un débil eco en la noche oscura y fría .

A medida que el dolor aumentaba, Carlisle comenzó a tener visiones. En su mente febril, veía el rostro de Anahari, sus ojos llenos de una tristeza y un amor profundo. Ella estaba allí, sonriéndole, dándole fuerza para soportar la agonía.

-No me dejes...

gemía, su voz apenas audible.

-No soy un monstruo... no me temas.

Las visiones cambiaban, mostrando a su madre, su rostro amable y comprensivo. La veía acariciando su cabello, murmurando palabras de consuelo como lo hacía cuando era un niño. El contraste entre el dolor físico y la calidez de estas visiones era abrumador.

-Mamá...

susurraba, su voz temblando.

Ayúdame a ser fuerte.

En una de las visiones, Carlisle veía a Anahari en el bosque, como la primera vez que la encontró. Ella estaba allí, etérea y hermosa, y él sentía un tirón en su corazón.

-Anahari, por favor...

rogaba, su voz rota por el dolor.

-No me odies. No dejaré que esto me convierta en un monstruo.

Los días pasaron, y el dolor no disminuía. Carlisle estaba atrapado en un ciclo interminable de sufrimiento y recuerdos. Cada vez que la agonía parecía insuperable, llamaba el nombre de Anahari, aferrándose a la esperanza de que su amor por ella lo mantendría cuerdo.

-Anahari, por favor...

gemía, su voz quebrándose.

- No me dejes solo en esta oscuridad. No soy un monstruo... no dejaré que esto me cambie.

Las visiones de Anahari se volvieron más vívidas. La veía en diversas situaciones: riendo, caminando por el bosque, observando las estrellas. Cada visión era un recordatorio de lo que había perdido y lo que estaba decidido a recuperar.

𝔈𝔱𝔢𝔯𝔫𝔞 𝔟ú𝔰𝔮𝔲𝔢𝔡𝔞 °•° ᶜᵃʳˡⁱˢˡᵉ ᶜᵘˡˡᵉⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora