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Carlisle Cullen nació en Londres, Inglaterra, en la década de 1640. Desde una edad temprana, vivió bajo la sombra de su padre, un pastor anglicano extremadamente devoto y severo, que dirigía a su congregación con una mano de hierro.
La religión era el pilar central de su vida familiar, y Carlisle fue educado con una fuerte disciplina y un sentido del deber inquebrantable.
Su madre, en contraste, era una figura de ternura y comprensión. A menudo suavizaba la severidad de su esposo con su amor y cuidado, proporcionando a Carlisle momentos de calidez y consuelo en un hogar de rigidez religiosa.
Carlisle un día mientras estaba en su cuarto se encontraba leyendo un libro, El cual siempre mantenía escondido debido a que ese tipo de historias a su padre no le agradaba, Este se trataba de una historia de amor de un caballero y una princesa que luchaban por su amor.
El pequeño Carlisle no pudo evitar mirar por la ventana hacia el bosque, pensando si el tendría la maravillosa suerte de vivir una historia de amor así, Si tendría la oportunidad de amar con todo su ser a una hermosa mujer que lo ame de la misma manera,Y se preguntaba que estaría haciendo en esos momentos.
De repente el sintió unos pasos aproximarse escondiendo el libro detrás de otros que tenía sobre la pequeña mesita, teniendo que fuera su padre.
- carlisle otra vez esconde mejor el libro de tu padre
Dijo entrando su madre que le traía su desayuno a su habitación.
- Mamá existe el amor eterno.
Pregunta el pequeño, dudando que la lo que habla la historia sea real por las cosas que le dice su padre
- Claro que existe.
Respondió su madre acercándose a su hijo, y sacando el libro de dónde lo tenía escondido, abriendo el libro en una página que contenía el dibujo de los dos amantes de la historia.
- Siempre que lo encuentres en la persona correcta, y en el momento correcto.
El la miro con una sonrisa que por un momento desapareció mientras le preguntaba.
- Crees que algún lo encontraré, y en caso de que lo haga como lo sabré?.
Dijo mirando el dibujo viejo, más concretamente a la protagonista de ese libro.
Su madre sonrió y le dijo.
-Hijo, el amor verdadero es como una semilla. Primero, necesitas encontrar el terreno adecuado, nutrirlo con paciencia y cuidados. A veces, parece que tarda en germinar, y puedes sentirte impaciente o desanimado. Pero recuerda que las cosas buenas toman tiempo en crecer. El amor verdadero no es solo algo que encuentras, sino algo que construyes y cultivas con dedicación y comprensión. Confía en ti mismo y en el tiempo. Cuando menos lo esperes, verás cómo florece en tu vida, más hermoso y fuerte de lo que imaginaste.
