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Carlisle y Alistair emprendieron el viaje hacia Volterra, la antigua ciudad italiana conocida por sus misterios y leyendas. Mientras avanzaban a través de los diversos paisajes europeos, Carlisle no podía contener su entusiasmo por hablar de Anahari.
-Ella era... es, la criatura más fascinante que he conocido.
comenzó Carlisle, mientras caminaban a la luz de la luna.
La vi cuando era un niño, una visión de belleza y gracia. Desde entonces, he soñado con encontrarla nuevamente.
Alistair, aunque normalmente reservado, escuchaba en silencio. No era común para él compartir viajes largos con otros, pero la pasión y el amor de Carlisle por Anahari le habían intrigado. Poco a poco, fue abriendo una pequeña ventana de conversación.
-Debió ser bastante impresionante para dejar una marca tan profunda en ti.
comentó Alistair, su voz tranquila.
Carlisle asintió, sus ojos brillando con emoción.
-Lo fue. He llevado su recuerdo conmigo durante todos estos años. Cada decisión que he tomado, cada sacrificio, ha sido por ella. A veces me pregunto si ella piensa en mí, si recuerda aquel encuentro.
Alistair guardó silencio, consciente de la realidad sobre Anahari y su situación en Volterra, pero sin querer romper el espíritu de Carlisle.
Con el paso de los días, la relación entre ambos vampiros se fue fortaleciendo. A pesar de sus diferencias, compartían un entendimiento mutuo sobre la soledad y la búsqueda de propósito.
Alistair, aunque aún prefería la soledad, empezó a disfrutar de las conversaciones con Carlisle, encontrando en él una compañía inesperadamente agradable.
Una noche, mientras descansaban en un claro del bosque, Carlisle sacó la caja con el collar y los anillos.
-Mira esto, Alistair.
dijo, abriendo la caja con delicadeza.
-Mandé hacer este collar y estos anillos para ella. Siempre imaginé que, si la encontraba, podría darle estos regalos y mostrarle cuánto ha significado para mí.
Alistair observó las joyas, impresionado por su belleza y el sentimiento detrás de ellas.
-Es una obra maestra.
dijo sinceramente.
-Ella será afortunada de recibirlos.
Carlisle sonrió, su mente llena de esperanzas y sueños.
Espero que así sea. Ella es todo para mí.
A medida que se acercaban a su destino, la atmósfera entre ellos se volvió más seria. La realidad de lo que les esperaba en Volterra empezó a pesar en sus mentes. Una noche, cuando estaban a mitad de camino, Alistair se detuvo y miró a Carlisle con seriedad.
