¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Anahari descansaba en la terraza de su lujosa habitación en el castillo de Volterra. La vista desde allí era impresionante, con el sol poniéndose sobre las colinas toscanas, pintando el cielo con tonos de naranja y púrpura.
Estaba disfrutando de un momento de tranquilidad cuando, de repente, una visión la golpeó con fuerza.
Cerró los ojos y se dejó llevar por la imagen que apareció en su mente. Vio a un hombre rubio con ojos dorados, su mirada era amable y llena de sabiduría. Su rostro irradiaba una bondad que la hizo sentir una inexplicable calidez. Aunque no sabía quién era, sentía una conexión profunda con él.
-¿Quién eres? .
murmuró, intentando aferrarse a la visión.
La visión comenzó a desvanecerse, dejándola con más preguntas que respuestas. Antes de que pudiera reflexionar más sobre ello, escuchó un suave toque en la puerta de la terraza.
Se volvió y vio a Alec entrando, su expresión mostraba una mezcla de preocupación y curiosidad.
-Anahari, ¿estás bien? .
preguntó Alec, acercándose a ella con cautela.
Anahari parpadeó, tratando de sacudirse la confusión de la visión.
-Sí, estoy bien .
dijo rápidamente, evitando su mirada.
-¿Qué haces aquí? No es la hora habitual de nuestras reuniones.
Alec sonrió, levantando una bandeja con una gran copa llena de un líquido oscuro.
-Pensé que te gustaría una sorpresa
dijo, entregándole la copa.
Anahari tomó la copa, reconociendo el contenido de inmediato. Bebió lentamente, saboreando la sangre mientras sentía que su fuerza volvía. Mientras bebía, Alec se quedó observándola, su mirada era intensa y perspicaz.
-El rey marcus te busca .
dijo Alec finalmente, rompiendo el silencio.
- Quiere verte tan pronto termines de beber.
Anahari asintió, agradecida por la distracción.
-Entiendo, iré enseguida .
respondió, pero Alec no se movió, su mirada seguía fija en ella.
-Anahari, ¿por qué no nos acompañaste en nuestra última misión? .
preguntó Alec, su tono era casual pero Anahari podía sentir la verdadera curiosidad detrás de sus palabras.
Anahari pensó rápidamente, buscando una excusa que no revelara la verdad de sus recientes intereses.