VI

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Pov. Patricia

  Armando estaba con un humor horrible solo se escuchaban gritos desde que llegué, hasta ahora. Me ordenó que le llamara a Marcela y le dijera que fuera a su oficina, con el poco tiempo que llevo trabajando para él aprendí a reconocer un poco sus tonos de voz y el que uso no me gustó para nada, era el de un hombre prácticamente desesperado. Sé que apenas Marcela cruce esa puerta el va a intentar tener sexo con ella, la idea me tortura, pero no puedo hacer otra cosa más que pedirle a Mariana que le informe a Marcela la petición de Armando, lamentablemente todas mis sospechas se confirmaron cuando Betty le dijo a Sandra que Armando le dejó salir un poco antes.

  Marcela camina lentamente hasta la oficina de Armando, pero antes de entrar se dirige a mi escritorio.

- Tranquila, te prometo que no va a pasar nada.

  Aún no entiendo cómo es que ella puede saber que estoy pensando, pero me alegro mucho de que pueda hacerlo.
  Entra con cuidado a presidencia y me da una última mirada tratando de transmitir algo de paz.

Los minutos pasaron y ella aún no ha salido, mi mente ya empieza a imaginar los peores escenarios, hasta que la puerta se abre y la veo salir de la oficina.

- ¿Nos vamos juntas? Ya es la hora de salida.

- Claro, solo dame un minuto.

  Ella marchó a buscar sus cosas y yo quedé pensando en que pudo haber pasado dentro de esa oficina. Las inseguridades no tardaron mucho en llegar, ella podría estar con quien quiera y si me comparo a mí con Armando aunque odie admitirlo sé que terminaría perdiendo.

  En ese momento él salió con una cara seria junto con Mario quien me dedicó una rápida sonrisa. No pude evitar compararme con él, Armando es: Alto, fuerte, con clase, dinero, apuesto e inteligente, sin mencionar que es literalmente el dueño de lo que Marce ama, eco moda.
¿Y yo que podría ofrecerle? Si el puesto que tengo me lo dió justamente él, no tengo su fortuna, no soy tan lista y una relación conmigo sería mil veces más complicada para ella que una con él, quizás si debería rendirme y aceptar que aunque me duela, tal vez esta pelea ya la ganó Armando.

  Marcela llegó y me dedicó una sonrisa, y ahí lo recordé ese es el motivo por el que aún no me rindo, esa sonrisa, quizás son solo sueños míos, pero nunca la ví sonreír así con Armando y esa ya era suficiente ventaja para luchar por ella.

-Lista?

  Asentí, salimos de la oficina y caminamos hacía mí auto.

- ¿Quieres conducir? Estoy algo cansada

  Ella tomó las llaves y se subió al asiento del conductor.

- Patricia, estás bien?

- Si Marce, por qué lo dices?

  Si, yo estaba celosa, pero no iba a decirle eso, quedaría como una loca.

- Porque desde que salí de la oficina de Armando has estado algo decaída.

- Solo… pensaba.

- Patricia yo no sé que te puedas llegar a imaginar, pero sea lo que sea, no pasó. Yo pasé a la oficina él intentó besarme, si, pero yo le dije que no era una buena idea porque estoy enferma y que él no se podía enfermar porque tenía que asegurarse de que todo saliera bien con la colección, luego le dije que pasaría la noche contigo y él me dijo algo muy interesante.

- ¿Qué te dijo Armando?

- Que él creía que tu podrías llegar a estar mal porque mientras que tu quieres una pareja, Mario solo se acuesta contigo.

  Me quedé callada por unos segundos, era cierto Mario y yo tuvimos sexo un par de veces, pero no creí que en algún momento Armando se lo dijera a alguien.

- Es verdad, me acosté con Mario un par de veces.

- ¿No pasó nada más? ¿Solo eso?

- No, solo fue sexo nunca me enamoré de él, te lo juro Marce.

  Estaba algo nerviosa, sé que Marcela es una persona insegura y no sé cómo se lo vaya a tomar.
Ella sonrió un poco y dejó un beso en mis labios.

- Está bien, te creo.

  Sonreí aliviada de que confiara en mí.

- ¿De verdad?

- Si, tranquila confío en ti y si dices que no paso nada, simplemente no pasó.

  Manejó hasta su departamento y comimos algo rápido que ella preparó, siempre ha sido muy buena en la cocina.

- ¿Tu día fue muy pesado?

- Algo, el estrés de la nueva colección me está matando, recibí como cuarenta llamadas por minuto, Incluso se molestó porque había llamadas perdidas de gente que llamaba en la hora del almuerzo.

  Marce se levantó y caminó atrás mío, comenzó a masajear mis hombros delicadamente

- Marcela Valencia, estás intentando seducirme?

- usted solo relájese señorita Fernández.

  Sus manos masajeaban mí cuello y comenzaron a bajar lentamente por mi espalda llegando hasta mí abdomen y acariciándolo con dulzura, se acercó y me dió un par de besos en la mejilla y cuello, sacándome varias sonrisas.

- Estás jugando con fuego Marce…

- El asunto es que yo me quiero quemar contigo.

  Nos besamos, era lento pero con los segundos tomó algo de ritmo, caminamos entre besos hasta su cama, nuestras manos empezaron a recorrer nuestros cuerpos velozmente, sentí como apretó ligeramente uno de mis pechos logrando que suelte un pequeño gemido. Comencé a agitarme mediante sus toques se hacían más constantes, sus manos bajaron hasta mi falda, mis manos están posicionadas en su cabello enredándose con el mismo, ella comenzó a besar mi cuello logrando erizar mi piel cuando sentí el calor de su respiración.

-Marce, estás segura verdad?

-Nunca he estado tan segura en mi vida

  La habitación se llenó con el ruido de nuestros gemidos y el frío de la temporada pareció desaparecer por completo. Ésto no se compara con nada que haya sentido antes siento como si pudiera tocar el cielo con las manos.

  Bajó con sus manos mi ropa interior lentamente mientras dejaba besos en mi abdomen, besó la parte interna de mis muslos y sumergió su cabeza en mi zona sensible, el volumen de mis gemidos aumento significativamente, sujeté su cabeza con mis manos incitando a que continúe con lo que hacía, pude sentir como sonrió, ella me torturaba lentamente. Lamió y succionó, yo sentía como la temperatura de mi cuerpo era capaz de superar la del sol, ella introdujo su lengua en mi interior haciendo que pierda el control, cuando estuve a punto de llegar al orgasmo paró lo que estaba haciendo y sin darme una oportunidad de quejarme metió dos de sus dedos en mí. En cuestión de minutos ya había terminado dos veces, Marcela apaciguaba mis gemidos con dulces besos, nuestras lenguas parecían danzar juntas a la perfección.
Comenzé a dejar besos en el cuello de Marcela bajando lentamente hasta sus pechos, en ese momento me llegó el recuerdo de la otra noche cuando se cambió en frente de mí ¿Quién diría que ahora estaríamos así?
Lamí y mordí su pecho derecho dejando un par de pequeños chupones en este, mientras que con mi mano jugueteaba con el pecho izquierdo, podía escuchar como su gemidos aumentaban cada vez más, subí hasta su boca y la besé mientras que con mí rodilla hacía presión en su vagina, ella clavaba sus uñas en mi espalda con una presión que sin dudas dejaría marcas en mí. Introduje dos dedos en su interior y ella gimió con fuerza, moví mis dedos en su interior tocando sus paredes vaginales y los incliné levemente y en poco tiempo sentí su orgasmo. Seguimos así por horas al rededor de las cuatro y media caímos exhaustas, nos íbamos durmiendo abrazadas al cuerpo de la otra intercambiando un par de besos de vez en cuando.

¿Y si...?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora