Capitulo IX

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El tiempo pasaba en el Hazbin Hotel, y las tensiones entre Charlie y Vaggie no hacían más que aumentar. Las pequeñas discusiones que antes se resolvían rápidamente se habían convertido en conflictos constantes y agotadores. Charlie encontraba cada vez más difícil mantener la esperanza y la energía positiva que caracterizaban su misión. Sus visitas al estudio de Alastor se volvieron un hábito reconfortante, ofreciéndole un escape del estrés y la tensión del hotel.

Una tarde particularmente tensa, Charlie y Vaggie se encontraron cara a cara en el vestíbulo. La discusión que siguió fue una de las más intensas que habían tenido.

-¡No puedo seguir haciendo esto, Vaggie! -gritó Charlie, sus ojos llenos de lágrimas-. ¡Nos estamos destrozando mutuamente y al hotel!

-¡¿Y qué sugieres entonces, Charlie?! -respondió Vaggie con la misma intensidad-. ¡¿Que me rinda, que acepte a Alastor y que finja que todo está bien?!

-¡No es eso, Vaggie! -Charlie levantó las manos, frustrada-. Pero tienes que entender que necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. ¡Alastor ha sido útil!

-¡Útil para él mismo, quizás! -Vaggie replicó, su voz temblando de rabia-. ¡Siempre supe que algo así pasaría!

-¡No es cierto! -Charlie exclamó-. Él está aquí porque cree en lo que estamos haciendo, aunque sea de una manera retorcida. ¡Pero al menos está ayudando!

Vaggie cruzó los brazos, su expresión endurecida.

-¿Y qué pasa con nosotras? -preguntó, su voz bajando pero no perdiendo la intensidad-. ¿Qué pasa con nuestro sueño?

Charlie respiró hondo, tratando de calmarse.

-Nosotras... -titubeó, sintiendo el peso de la decisión que sabía tenía que tomar-. Creo que necesitamos un tiempo separadas. Esto... esto ya no está funcionando.

La mirada de Vaggie se volvió incrédula, y sus ojos reflejaron una mezcla de tristeza y furia.

-Si eso es lo que quieres -dijo en voz baja, su voz quebrándose-. Tal vez sea lo mejor.

Sin esperar una respuesta, Vaggie dio media vuelta y salió de la habitación, dejando a Charlie sola con su dolor.

Charlie se quedó ahí, sintiendo cómo el vacío se apoderaba de su corazón. El hotel, que alguna vez había sido su sueño compartido con Vaggie, ahora se sentía como una carga solitaria. Sin pensarlo dos veces, se dirigió al estudio de Alastor.

Cuando llegó, encontró la puerta entreabierta como siempre. Se detuvo un momento, tomando aire antes de entrar. Alastor, notando su presencia, pausó su transmisión.

-Queridos oyentes, vamos a tomar un breve descanso -anunció, apagando el micrófono antes de girarse hacia Charlie-. Mi querida, parece que algo te inquieta.

Charlie no pudo contener más las lágrimas y se lanzó a los brazos de Alastor, sollozando. Alastor, aunque sorprendido, la abrazó suavemente, permitiéndole desahogarse.

-Todo está mal, Alastor -dijo entre lágrimas-. Vaggie y yo... hemos terminado.

Alastor la sostuvo un poco más fuerte, permitiéndole encontrar consuelo en el abrazo.

-Lo siento mucho, Charlie -dijo suavemente-. Sé cuánto significaba para ti.

Charlie asintió, tomando aire mientras intentaba recomponerse.

-Gracias por estar aquí -dijo, separándose un poco para mirarlo a los ojos-. Realmente lo aprecio.

Alastor le dio una sonrisa reconfortante.

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora