Capitulo VIII

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El sol comenzaba a despuntar en el horizonte, arrojando un suave resplandor a través de las ventanas polvorientas del Hazbin Hotel. La tenue luz revelaba un vestíbulo que, gracias a las sombras de Alastor, se había transformado significativamente durante la noche. Las paredes, antes cubiertas de grietas y manchas, ahora lucían más limpias, y los muebles estaban cuidadosamente restaurados y organizados.

Alastor, siempre madrugador, estaba en el vestíbulo, observando con satisfacción el trabajo realizado. Aunque el insomnio lo había mantenido despierto gran parte de la noche, su energía inagotable lo impulsaba a seguir adelante. Con una sonrisa autocomplaciente, se giró al escuchar pasos suaves y apresurados bajando las escaleras.

Charlie apareció, fresca y animada a pesar de la noche anterior. Sus ojos se iluminaron al ver el cambio en el vestíbulo.

-¡Wow, Alastor! ¡Esto es increíble! -exclamó, acercándose a él con una expresión de asombro y gratitud-. Has hecho un trabajo maravilloso.

Alastor se inclinó en una reverencia exagerada, disfrutando de la admiración de Charlie.

-Mi querida, solo lo mejor para el Hazbin Hotel -dijo, enderezándose con una sonrisa sardónica-. Aunque debo admitir que tuve un poco de ayuda de mis sombras.

Charlie sonrió, apreciando el esfuerzo y la dedicación de Alastor.

-Gracias, de verdad. Esto significa mucho para mí.

Alastor hizo un gesto despectivo con la mano, aunque sus ojos brillaban con un leve toque de satisfacción.

-No hay de qué, querida. Después de todo, estoy aquí para ayudarte a hacer de este lugar algo... memorable.

Charlie asintió, aún impresionada por la transformación del vestíbulo. Luego, sus ojos se encontraron con los de Alastor, y recordó la conversación de la noche anterior. Su expresión se suavizó.

-Alastor, sobre lo que hablamos anoche... -comenzó, pero él la interrumpió con un gesto.

-No hace falta, Charlie. Aprecié tu compañía y tus palabras más de lo que puedas imaginar -dijo, su tono más serio de lo habitual-. Pero por ahora, concentrémonos en el día que tenemos por delante. Estoy seguro de que nuestros queridos huéspedes nos brindarán más que suficiente entretenimiento.

Charlie sonrió, entendiendo que Alastor prefería mantener ciertas cosas sin profundizar demasiado.

-Tienes razón -dijo ella-. Tenemos mucho trabajo por hacer. Pero recuerda, estoy aquí para ti, siempre.

Alastor asintió, agradecido por la comprensión de Charlie, aunque no lo mostró abiertamente.

-Ahora, querida, ¿qué tenemos planeado para hoy? -preguntó, su tono volviendo a ser el habitual y jovial.

Charlie repasó mentalmente la lista de tareas pendientes.

-Bueno, hay algunas reparaciones menores que aún necesitamos terminar. Además, debemos asegurarnos de que todos los huéspedes estén bien atendidos. Y, por supuesto, quiero hablar con Vaggie sobre algunas ideas para atraer más clientes al hotel.

Alastor asintió, listo para enfrentar el día con su característica energía y entusiasmo.

-Perfecto. Será un día ocupado, pero con nosotros al mando, estoy seguro de que nada puede salir mal.

Charlie sonrió ante la confianza de Alastor y comenzó a organizar las tareas del día. Mientras tanto, Alastor observaba el hotel, sintiendo una extraña sensación de esperanza, algo que rara vez experimentaba. Con Charlie a su lado, tal vez, solo tal vez, encontraría un propósito más allá del caos y la destrucción.

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora