Charlie se despertó esa mañana con una energía renovada, sintiendo que el día tenía un aire diferente. Se miró en el espejo, y en un arrebato de inspiración, decidió cambiar un poco su apariencia. Se puso una falda larga negra que apenas había usado antes, combinándola con una blusa a juego. Alrededor de su cuello, colgó una delicada cadenita con una pequeña estrella, un accesorio que había encontrado en el fondo de un cajón. Después de un último vistazo y una sonrisa satisfecha, bajó al vestíbulo.
Al llegar, se encontró con Alastor, que la esperaba como de costumbre, pero hoy algo en su mirada cambió al verla. El notorio y constante brillo de burla en sus ojos se suavizó ligeramente.
—Vaya, si no es la misma estrella de la mañana— dijo Alastor con una sonrisa intrigante—. Te ves más hermosa que de costumbre, Charlie.
Charlie sintió cómo sus mejillas se encendían, un rubor rosado subiendo rápidamente por su rostro. No era común recibir un cumplido tan directo de Alastor, y menos uno tan... encantador.
—Gracias, Alastor— respondió, tratando de mantener la compostura mientras bajaba la mirada, consciente del peso de sus palabras.
—Es la verdad— continuó él, disfrutando visiblemente de su reacción—. Aunque... no sé si deba preocuparme por estar eclipsado por la estrella de la mañana.
Charlie soltó una pequeña risa, sacudiendo la cabeza mientras intentaba alejarse de la sensación de calor en su rostro. El comentario de Alastor tenía ese toque especial que lograba sorprenderla, incluso después de tanto tiempo juntos.
Ambos se dirigieron al comedor, donde los demás ya estaban sentados. Ángel Dust fue el primero en notar la nueva vestimenta de Charlie.
—¡Mira nada más!— exclamó Ángel, echando una ojeada descarada a Charlie—. ¡Estás fabulosa, nena! No sabía que tenías tan buen gusto... Aunque buena suerte tiene el venado por tener a semejante bombón cerca, ¿eh?— añadió, dirigiendo una mirada socarrona a Alastor.
Charlie rió nerviosa mientras Alastor simplemente sonreía con esa calma perpetua que lo caracterizaba, aunque se notaba que no le desagradaba la insinuación.
—No empieces, Ángel— respondió Charlie juguetonamente, dándole un pequeño empujón.
Niffty entró rápidamente con una bandeja en las manos, sirviendo el desayuno con una eficiencia envidiable. Alastor, observando lo ajetreada que estaba, decidió intervenir.
—Niffty, querida, ¿por qué no vas a la cocina a terminar el resto? Yo me encargo de la mesa por ahora— dijo con una voz que no admitía rechazo.
—¡Oh, gracias, señor Alastor!— respondió Niffty con una sonrisa, entregándole la bandeja y desapareciendo hacia la cocina.
Alastor, con una precisión impecable, terminó de colocar los platos en la mesa, asegurándose de que todo estuviera en orden. Finalmente, sirvió su propio plato, que contenía una generosa porción de carne de venado fresca, todavía brillante por la sangre.
Charlie lo observó con una mezcla de curiosidad y repugnancia.
—¿En serio vas a comer eso?— preguntó, haciendo una mueca—. Todavía tiene sangre...
—Por supuesto, mi querida estrella de la mañana— respondió Alastor, cortando un trozo—. Es la sangre lo que le da ese sabor tan especial.
Charlie sonrió de repente, una idea divertida cruzando por su mente. Con una expresión traviesa, tomó su tenedor y le ofreció un trozo de su propio desayuno.
—Abre la boca, Alastor— dijo con un tono que sugería que no aceptaría un "no" como respuesta.
Alastor levantó una ceja, adivinando sus intenciones.
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La Maldición de tu Amor (Charlastor)
RomanceDespués de la guerra contra los exorcistas y la remodelacion del Hotel, Charlie y los demás integrantes del staff se preparaban para la reignaguracion Sin embargo, surgió una nueva amenaza de las profundidades: un ser misterioso y formidable que po...