CAPITULO XIII - El Baile (Noche 4)

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Alastor despertó con la luz del amanecer filtrándose a través de las ventanas del hotel. Se levantó lentamente, sintiendo una extraña niebla en su mente. Intentó recordar los eventos de la noche anterior, pero todo lo que venía a su memoria era la imagen de Charlie saliendo furiosa del hotel y enfrentándose a Valentino. Después de eso, todo se volvía borroso, lo cual era inusual para él, ya que siempre tenía una memoria impecable.

Con una expresión pensativa, se dirigió al comedor, donde encontró a todos desayunando. Charlie estaba sirviendo café con su usual sonrisa, aunque parecía un poco más reservada que de costumbre. Alastor se unió a la mesa, observando a cada uno de los presentes mientras conversaban y comían. No hizo preguntas; prefería investigar por su cuenta.

Después del desayuno, los residentes se dispersaron para realizar sus actividades de rehabilitación, mientras Alastor se retiraba a su estudio para grabar su programa de radio. A medida que la tarde avanzaba, su mente seguía volviendo a los fragmentos perdidos de la noche anterior. Decidió no compartir sus preocupaciones con nadie, ya que no era de aquellos que revelaban sus asuntos personales con facilidad.

Más tarde, Alastor fue a la oficina de Charlie, encontrándola sumida en sus anotaciones sobre las actividades del día y algunos altercados que habían ocurrido. Alastor se dejó caer en un sillón individual, estirando las piernas y cruzando las manos detrás de la cabeza, observando a Charlie mientras trabajaba.

-Día agitado, ¿verdad? -comentó Alastor, buscando iniciar una conversación.

Charlie levantó la vista de sus papeles y esbozó una sonrisa cansada.

-Sí, ha sido un día largo. Pero estoy contenta con el progreso que hemos hecho.

Alastor observó sus gestos y notó la ligera tensión en su expresión. Decidió no presionarla con preguntas sobre lo que había olvidado, pero su curiosidad seguía picándole.

-¿Te parece si damos un paseo? -sugirió Alastor, viendo que Charlie parecía un poco frustrada-. Podría despejar tu mente.

Charlie asintió, agradecida por la sugerencia. Ambos salieron del hotel y comenzaron a caminar por el sendero cercano. La brisa fresca de la tarde les ayudó a relajarse.

-Alastor -comenzó Charlie, rompiendo el silencio-, sobre lo que pasó anoche... mientras regresábamos al hotel, hubo algo que me quedó en la mente.

Alastor la miró con interés, aunque mantuvo su expresión neutral.

-¿Ah, sí? ¿Y qué sería eso?

Charlie lo miró a los ojos, intentando evaluar su reacción.

-El coqueteo. Te mostraste... diferente.

Alastor arqueó una ceja, fingiendo sorpresa.

-¿Coqueteo? Mi querida Charlie, ¿acaso has estado trabajando demasiado? No recuerdo haber hecho tal cosa. Quizás fue solo tu imaginación.

Charlie se detuvo en seco, sintiendo un nudo formarse en su estómago. La indiferencia de Alastor y su tono burlón la hicieron sentirse confundida y un poco herida.

-Quizás... quizás tengas razón. Debo haberme equivocado. Necesito volver a la oficina -dijo Charlie, su voz temblando ligeramente.

Sin decir más, se dio la vuelta y comenzó a caminar de regreso al hotel. Alastor la observó irse, su mente aún enredada en los eventos confusos de la noche anterior. Se quedó un momento más en el sendero, pensando en lo que podría haber olvidado y por qué.

Charlie llegó a su oficina y cerró la puerta, dejando escapar un largo suspiro. Sentía una mezcla de frustración y preocupación que no podía ignorar. Se dejó caer en su silla, tratando de ordenar sus pensamientos.

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora