CAPITULO XXI - Un Nuvo Inquilino

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La tarde avanzaba tranquilamente en el hotel. La atmósfera relajada se sentía en cada rincón; los residentes estaban sumergidos en sus propios asuntos. En el bar, Ángel Dust y Husk reían a carcajadas mientras discutían alguna tontería, sus copas casi vacías pero sus ánimos elevados. En la sala, algunos demonios charlaban despreocupadamente, disfrutando de la calma que rara vez se experimentaba en el lugar.

En el sofá principal, Alastor estaba sentado, completamente inmerso en un libro antiguo, con la elegancia y concentración que lo caracterizaba. Charlie, recostada sobre sus piernas, se entretenía en su teléfono, relajada y casi somnolienta, disfrutando de la tranquilidad del momento.

De repente, un par de golpes en la puerta resonaron en la estancia, haciendo que varios levantaran la vista. Niffty, siempre diligente y rápida, se apresuró a abrir la puerta. Al abrirla, se encontró con un chico de aspecto peculiar. Apenas más alto que ella, el extraño tenía una apariencia de pescado, con lentes gruesos que se deslizaban un poco por su nariz y una bata negra que cubría su esbelto cuerpo.

—Buenas tardes, señorita —saludó el chico con una voz clara—. Me gustaría saber si se encuentra la señorita Charlotte.

Niffty lo observó con curiosidad, inclinando la cabeza ligeramente antes de responder:

—¡Sí, claro que está! ¿Quién la busca?

—Mi nombre es Baxter —respondió el chico—. Necesito hablar con ella. Es... algo importante.

Niffty lo miró de arriba abajo, como evaluando si debía dejarlo entrar. Tras un breve momento, sonrió ampliamente.

—¡Está bien! Espera aquí un momento.

Con rapidez, Niffty se dirigió al sofá donde Charlie descansaba, y con un tono emocionado, la llamó:

—¡Señorita Charlie! ¡Hay alguien que quiere hablar con usted! Se llama Baxter.

Charlie parpadeó, apartando la vista de su teléfono, y luego levantó la cabeza, mirando a Niffty con curiosidad.

—¿Baxter? No me suena... —murmuró, mientras Alastor bajaba ligeramente el libro para observar la situación con interés.

—¿Sabes quién es? —le preguntó Charlie, mirando a Alastor.

—No me suena el nombre, pero podría ser interesante... —respondió Alastor con una sonrisa ladeada—. ¿Por qué no lo invitamos a pasar? Podríamos averiguar qué lo trae por aquí.

Charlie asintió, se levantó del regazo de Alastor y se estiró un poco antes de dirigirse hacia la puerta. Al llegar, encontró a Baxter esperando pacientemente, con una expresión algo nerviosa pero decidida.

—Hola, soy Charlie —se presentó, extendiendo la mano—. ¿En qué puedo ayudarte?

Baxter aceptó el apretón con cortesía, pero rápidamente retiró su mano, ajustándose las gafas.

—Señorita Charlotte, es un honor conocerla en persona —dijo con una leve inclinación de cabeza—. Me llamo Baxter y soy un científico. He oído hablar de su hotel y... bueno, estaba buscando un lugar donde pudiera trabajar en mis inventos sin muchas interrupciones. Este lugar parece el indicado.

Charlie lo miró con sorpresa, pero también con un toque de interés.

—¿Así que eres un científico? ¿Y qué clase de inventos haces?

—De todo un poco, señorita —respondió Baxter, inclinándose un poco hacia adelante, su voz baja y conspirativa—. Estoy en medio de algunos proyectos importantes y necesito un espacio donde pueda trabajar en paz. No estoy aquí para redimirme, si eso es lo que se pregunta, sino más bien para... aprovechar la tranquilidad de su hotel. Le aseguro que no causaré problemas.

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora