CAPITULO XXVII - Encuentro Inesperado (Parte 1)

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En el Hotel Hazbin reinaba una calma inusual. Charlie, Alastor, Husk, Niffty y Angel Dust esperaban pacientemente en el vestíbulo, rodeados por una atmósfera de expectativa. El portal que los llevaría al Cielo estaba a punto de abrirse, y aunque las emociones variaban, había un claro sentimiento de anticipación en el aire. Alastor, como siempre, mantenía su aire despreocupado, pero cualquiera que le conociera bien podría notar el ligero brillo de emoción en sus ojos rojos.

Finalmente, el portal se abrió con un leve resplandor dorado, y justo cuando estaban por entrar, Charlie se detuvo y volteó a ver a Vaggie. Su expresión cambió radicalmente, endureciéndose con una seriedad que podría haber helado el alma de cualquiera.

-Quiero ver este hotel en perfecto estado cuando regrese, Vaggie. No voy a aceptar menos. Y más te vale tratar bien a los residentes, tanto dentro como fuera de los cursos de rehabilitación, ¿entendido?

Vaggie asintió con firmeza, aunque sorprendida por el tono severo de Charlie.

-Sí, estaré segura de hacer un buen trabajo. No te preocupes.

Charlie mantuvo la mirada fija por un instante más, evaluando la respuesta de Vaggie, antes de que su rostro volviera a iluminarse con su habitual sonrisa.

-¡Genial! Sabía que podía contar contigo.

Antes de que pudieran dar el primer paso hacia el portal, una figura imponente apareció detrás de ellos. Con su voz resonante y un dramatismo propio de él, Lucifer se materializó en la entrada del vestíbulo.

-No pensarán irse sin mí, ¿verdad?

Charlie giró hacia él, su rostro se iluminó al instante, y corrió a abrazar a su padre.

-¡Papá! ¿Qué haces aquí? No esperaba que vinieras.

Lucifer la abrazó con una sonrisa indulgente.

-Tengo algunos asuntos pendientes con mis hermanos. No podía dejar pasar esta oportunidad.

Charlie, encantada con la idea, lo tomó del brazo.

-¡Eso suena bien! Vamos juntos entonces.

Se dirigieron hacia el portal, pero antes de entrar, Alastor se detuvo un instante, lanzando una mirada burlona hacia Lucifer. Con un movimiento suave, envolvió la cintura de Charlie con su brazo, acercándola más a él. Lucifer lo observó con frustración contenida, sabiendo que cualquier queja solo resultaría en un reclamo de su hija, algo que no quería arriesgar en ese momento. Sin más que decir, todos entraron al portal.

Al otro lado, fueron recibidos por una vista celestial. Las nubes brillaban con una luz dorada, y el aire estaba impregnado de una calma casi divina. Justo frente a ellos, Sera y Emily los esperaban. Sera, con su presencia imponente y serena, frunció el ceño al ver a Lucifer.

-¿Qué haces aquí? -preguntó con una severidad que hizo eco en el ambiente-. Tú no eres digno de estar en este lugar.

Lucifer, con su sarcasmo característico, respondió mientras desplegaba sus seis majestuosas alas.

-Todavía estoy vivo, ¿no? Así que no hay nada más que decir.

Sin esperar una respuesta, se elevó en el aire, dirigiéndose a buscar a sus hermanos, dejando a los demás atrás.

El silencio que siguió fue rápidamente roto por un grito de emoción de Emily.

-¡Charlie! -exclamó con una alegría contagiosa mientras corría hacia ella.

Charlie la recibió con la misma emoción, y las dos se fundieron en un abrazo cálido y sincero. Alastor observaba la escena desde la distancia, y por primera vez, sus orejas se bajaron ligeramente. Un sentimiento extraño lo invadió: inseguridad e incomodidad, sensaciones que rara vez experimentaba.

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora