CAPITULO XXIX - El Juego Comienza

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Después de aquel día, la calma reinó en el hotel. Charlie, aún herida emocionalmente, evitaba hablar con su madre. Lilith intentó comunicarse con ella a través de Lucifer, pero Charlie simplemente se negó, dándole la espalda. Lucifer, frustrado por la obstinación de su hija, no pudo hacer más que suspirar y aceptar su decisión. Con el tiempo, Lilith decidió hacer una visita en persona, con la esperanza de romper el hielo.

Lilith llegó al hotel con una expresión cálida y preocupada, pero Charlie, al verla, no hizo más que esconderse detrás de Alastor. Como en aquel primer encuentro, sus manos juguetearon con el saco de Alastor, buscando el consuelo que su presencia le brindaba. Lilith observó la escena, consciente de que su hija aún no estaba lista para hablar con ella.

-Cuida bien de ella, Alastor -pidió Lilith, su tono era gentil, pero con una nota de súplica.

Alastor, manteniendo su compostura impecable, le ofreció una sonrisa educada.

-Por supuesto, señora -respondió con su tono característico, tan cortés como siempre.

Lilith asintió, dándose cuenta de que, por ahora, no había mucho más que pudiera hacer. Se retiró del hotel, sabiendo que el tiempo, y quizás Alastor, podrían sanar lo que las palabras no podían en ese momento.

Por otro lado, Vaggie, desesperada por romper su vínculo con Lucius, buscó a Alastor. Sabía que él tenía conocimiento sobre los tratos infernales y sus intricados contratos. Cuando finalmente se encontraron en un rincón apartado del hotel, Vaggie no pudo evitar mostrar su desesperación.

-Alastor, necesito tu ayuda -dijo, sus ojos reflejando el cansancio y la desesperanza que la atormentaban. -Lucius... su trato... no puedo vivir así.

Alastor, con una sonrisa cortés pero indiferente, la miró fijamente.

-Lamentablemente, querida, no puedo hacer nada. Un trato solo se puede romper si el contratista lo permite -su tono era amable, pero sus palabras eran un golpe frío de realidad. -Dudo mucho que lo hagan, así que temo que estás condenada a vivir atada a Lucius.

Vaggie, desesperada, frunció el ceño, buscando cualquier resquicio de esperanza.

-¿Y si alguno de nosotros muere? ¿Puedo liberarme si él muere?

Alastor se llevó una mano al mentón, meditando brevemente antes de responder.

-Lo dudo. Algunas almas que poseo aún son mías, incluso después de que sus cuerpos han perecido. Puedo torturarlas cuando se me antoje. Pero, cuando el contratista muere... -hizo una pausa dramática- nadie sabe con certeza qué ocurre. Así que solo queda esperar.

Vaggie sintió cómo las pocas esperanzas que tenía se desvanecían ante las palabras de Alastor. No había escapatoria, al menos no por ahora.

El hotel volvió a su habitual calma después de eso. Sin embargo, el caos ocasional surgía cuando los "V's" -Valentino, Vox y Velvet- intentaban atacar el hotel, buscando venganza por lo que Charlie le había hecho a Valentino. Casi lo había matado, y su furia seguía ardiendo. No obstante, gracias a la protección de Alastor y a la creciente habilidad de Charlie, las batallas siempre terminaban a favor del hotel. Charlie, cuando la situación se complicaba, se unía a la lucha, peleando junto a Alastor. Y al final de cada victoria, sellaban su triunfo con un beso apasionado.

Semanas más tarde, Ángel Dust, quien había estado debatiéndose con sus sentimientos, finalmente se armó de valor para proponerle a Husk que fuera su novio.

-Oye, Husk... -dijo Ángel una tarde, tratando de sonar despreocupado, pero con un nerviosismo evidente en su voz. -¿Qué te parecería... bueno... ya sabes... si fuéramos novios?

La Maldición de tu Amor (Charlastor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora