10.

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Ilhan abrió la puerta de un lugar que parecía abandonado por fuera, pero por dentro era muy hogareño.

Una sala se dejaba ver apenas cruzaban la puerta, la cual tenía una estufa en medio con dos sillones a los lados. Junto a la puerta de entrada habían dos caminos en direcciones opuestas, uno daba a la cocina, la cual se conectaba con la sala, y el otro escondía un dormitorio tras un pasillo, el cual tenía una puerta dentro que lo conectaba con el baño.

Cedió el paso a Dominique, quien entró de forma tranquila y se sentó en uno de los sillones.

- Es un buen lugar... ¿Hace cuánto estás aquí? - habló la morena.

- Hace bastante. - respondió mirando a su alrededor. - Como bien sabes los primeros años no podía estar en un lugar fijo, pero las cosas se calmaron y decidí volver. - tomó asiento junto a ella.

El entorno se sentía seguro, ambos confiaban plenamente en el otro a pesar del tiempo que había pasado.

- Si nos hubiesen dicho que acabaríamos así cuando trabajábamos juntos no me lo creería. - soltó una leve carcajada y se quedó observándole.

- Yo menos. - sonrió. - Aunque estoy feliz de verte dudo que tu viaje hasta aquí sea una simple visita. - la miró fijamente con tranquilidad.

- Extrañaba a mi fugitivo favorito. - sonrió sarcásticamente. - Como dije antes, necesito tu ayuda. Está bien si te niegas, has estado aquí sin problemas por años, no quiero que te veas obligado. - habló frotando sus manos con fuerza.

Ilhan se acercó a ella al notar su gesto, cuando eran jóvenes solía hacerlo si se sentía inquieta. Puso sus manos sobre las de ella y sonrió mientras hablaba.

- ¿Recuerdas cuando teníamos veinte e hicimos aquel pacto?

- Sí.

- Tus problemas son mis problemas. - hablaron ambos al mismo tiempo.

- He estado aquí por años sin poder vivir prácticamente, no me estás quitando nada. - la tranquilizó. - Cuéntame qué sucede.

- ¿Recuerdas el nombre de Nikolai Pankatrov?

- Cómo no recordarlo, estuve a punto de dejar de huir y comenzar a cazar cuando me hablaste de él. - su semblante desvelaba algo de enojo y preocupación. - ¿Lo hallaste?

- No, pero él a mí sí. No directamente a mí en realidad, a Darlene. - pronunció su nombre con algo de tristeza, no le importaba verse frágil ante él.

El pelirrojo la miró cabizbajo al entender que si ella lo sabía era porque ya no había mucho que hacer. Notó el cambio de mirada de su amiga, de una llena de dolor pasó a una con sed de venganza.

- Y yo tengo algo de lo que tirar para encontrarlo, pero no puedo hacerlo sola. - sacó una identificación de su bolsillo y se la entregó. - Te recuerdo que puedes decidir no hacerlo.

- ¿Debois? Ese es mi apellido, ¿no podrán enlazarme con nada, cierto? - preguntó observando la identificación falsa que llevaba su rostro.

- Nadie te investigará Ilhan. - o eso creía ella.

- ¿Quién es Ilhan? Mi identificación dice Simon Debois. - sonrió guardándola. - ¿Cuándo partimos?

- Cuando amanezca, necesito descansar un poco.

- En ese caso la cama es toda tuya, a menos que quieras compartirla. - le miró sonriendo de forma pícara mientras intentaba acercarse a ella, siendo alejado por la mano de la morena, quien se rió también. Siempre habían tenido el tipo de relación en que ambos molestaban al otro aunque no se gustaran.

Atracción Prohibida (Domisker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora