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Como dijo el escritor y poeta francés Oscar Wilde, la memoria es el diario que todos llevamos con nosotros, ¿no? Y a veces, esos recuerdos nos alcanzan tras una larga carrera en la que intentamos dejarlos atrás, trayendo consigo cosas buenas, pero también malas.

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- ¿Ya llegaron todos los agentes? - preguntó Dominique mientras se dirigía a la sala de reuniones.

- Solo falta Wesker. - respondió el pelirrojo mientras caminaba junto a ella.

La morena observó el reloj que llevaba puesto, el cual marcaba las 10:28am, frunciendo el ceño. Si había algo que caracterizaba a Paul era la puntualidad, y él siempre llegaba a las 8.

Sin dar mayor atención a eso ingresó a la sala donde sus agentes aguardaban pacientemente, quizá se había quedado dormido.

- Buenos días chicos. Como bien saben estamos investigando el taller a nombre del señor Tyrone Tarantino. Nuestra fuente en las calles nos ha informado que todos los que trabajan allí forman parte de una banda criminal y varios de ellos han sido atrapados en actos ilícitos como venta de drogas y robos a casas o a establecimientos. Junto al cuerpo policial hemos decidido organizar una redada, la cual será llevada a cabo esta tarde, estén preparados para las 15:00. - dio algunos detalles más y se dispusó a salir de allí, tomando su teléfono para llamar a Paul, quien no atendió.

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Solo había pasado media hora, pero para ella fue más larga de lo habitual al intentar comunicarse con Wesker sin recibir noticias.

Desde la primera llamada que no fue atendida había estado creciendo una inquietud que la consumía, como cuando sabes que algo no está bien. Sin pensarlo mucho más se dirigió a su casa.

"Estás exagerando" pensaba, intentando convencerse a sí misma mientras conducía para calmar sus nervios.

Al llegar allí golpeó de forma insistente la puerta, pero seguía sin obtener respuesta. Sus nervios se intensificaban, sentía que la historia se repetía, aunque no eran nada formal, el jefe adjunto se había vuelto más importante para ella de lo que le gustaría admitir.

Intentó calmarse, sabía que su mente le estaba jugando en contra, pero su idea de estar relajada se esfumó cuando apoyó una mano en la manilla y la puerta se abrió.

- Voy a ingresar. - gritó, advirtiendo de su próximo movimiento mientras desenfundaba su arma y avanzaba con cautela.

Logró dar algunos pasos mientras su corazón latía con fuerza hasta que llegó a la sala, donde se quedó estática observando la escena.

Un florero de arcilla yacía en el suelo y alrededor suyo había tierra esparcida junto a una planta. Una silla estaba tirada cerca de uno de los sillones, y gotas de sangre se dejaban ver, como un rastro que se perdía en la puerta.

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Año 2008.

Dominique acababa de llegar a su casa, había sido un día largo, intentó llamar a Theodore pero este no atendió.

Al ingresar se encontró con la sala más desordenada de lo normal, pero lo que la hizo asustarse fue hallar el arma de su esposo en el suelo.

Con nervios sacó la suya y comenzó a inspeccionar toda la casa, esa noche sus hijas no estaban, habían ido de campamento.

Atracción Prohibida (Domisker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora