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Dicen que la mente humana es un terreno muy curioso donde existe una gran red compuesta por recuerdos, pensamientos y emociones, la cual forma nuestra personalidad.

Judith Herman en su obra Trauma and Recovery profundiza en cómo el trauma puede alterar la psiquis de una persona.

Según Herman, el trauma repetido no solo causa un sufrimiento inmediato, sino que también reconfigura la estructura mental y emocional de las víctimas.

En lo profundo de los lóbulos temporales del cerebro hay una pequeña estructura llamada amígdala, la cual se encarga de procesar emociones y detectar amenazas.

Ante una situación de shock la amígdala se activa instantáneamente y envía señales de alerta a todo el sistema nervioso, desencadenando así la respuesta de "lucha o huida".

En consecuencia, las glándulas suprarrenales liberan adrenalina y cortisol. Estas hormonas acaban por aumentar la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración, dejando a la persona en un estado de hipervigilancia donde los músculos se tensan y los sentidos se agudizan.

La corteza prefrontal, responsable del pensamiento racional y la toma de decisiones se desactiva temporalmente, cediendo el mando a la amígdala para controlar la respuesta emocional.

Normalmente todo acaba regulándose al procesar los eventos que hayan sucedido, pero en algunos casos de trauma el estado de hiperactividad de la amígdala permanece, llevando a una desregulación emocional.

Esto es una consecuencia que afecta al accionar del individuo. La corteza prefrontal normalmente tomaría decisiones basadas en los principios morales, pero si esta se ve afectada, la personalidad estaría comprometida, al igual que lo moralmente correcto para la persona.

Dominique caminaba junto a Sara a paso rápido mientras observaba el mar que rodeaba aquella isla. 

- No lo matarás, ¿cierto?

La morena se volteó hacia ella con una sonrisa perversa e ingresó a una especie de cabaña que había en mitad de la pequeña isla, la cual únicamente contaba con una habitación que tenía una silla en medio con un rubio sentado y atado a ella y una mesa en una esquina con varios objetos encima.

Al ingresar allí todo su cuerpo se relajó y su semblante también, sus pasos se volvieron lentos, generando un ambiente tenso tanto para Sara como para Nikolai.

- Finalmente llegas. - habló Nikolai con una sonrisa al verla cruzar la puerta.

- ¿Me extrañabas? - lo observó con la misma expresión que había dedicado antes a la pelirroja.

- De hecho sí, creí que me abandonarías aquí. Es una buena idea si lo piensas, nadie me encontraría... moriría sin que tú presionases el gatillo.

- Es una buena idea, sí... - se acercó a él y llevó una mano a su cabello, agarrándolo y haciéndolo alzar la cabeza para que la mirase. - pero no me perdería ese privilegio. - le guiñó el ojo y lo soltó, alejándose levemente para tomar una navaja de la mesa.

Sara observaba con creciente incomodidad la escena desde una esquina del lugar. No estaba de acuerdo con todo eso, pero por lo que sabía de él no hablaría y necesitaban toda la información posible.

- Como pasa el tiempo, ¿no crees? - sonrió nostálgico el rubio. - Sí que has cambiado, años atrás no hubieses sido capaz de todo esto.

- Aprendí del mejor. - se acercó a él con seguridad y se agachó para quedar a su altura. - ¿Recuerdas a Iván Petrov?

- Refréscame la memoria. - la miró fijamente.

- Fue nuestro primer caso juntos, me duele que no lo recuerdes. - dijo con un tono irónico mientras llevaba una mano a su pecho. - Un ex agente de la inteligencia rusa que traicionó a sus compañeros, ¿de verdad no lo recuerdas?

Atracción Prohibida (Domisker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora