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La lluvia caía con furia, haciendo que el trayecto por los caminos de tierra de aquel bosque fuese algo complicado.

- Creo que si hacemos una carrera con una tortuga nos ganaría. - habló Wesker con una expresión seria mientras conducía el vehículo por los caminos llenos de barro.

- ¿Acaba de hacer una broma? - lo miró con emoción Vera, llevaba alrededor de un mes sin verle sonreír.

- No, he dicho una verdad.

- Aquí es. - habló la rubia observando el GPS de la tablet y alzando su mirada hacia la casa que tenían frente a ellos.

Paul frenó el auto, algo que no fue difícil ya que iban bastante lento, y llevó su mano a su radio.

- Chicos, esta es la ubicación. Recuerden que no son nuestro enemigo, ni se les ocurra disparar, si alguna de ellas resulta herida tendremos problemas. - dijo con un tono seguro, aunque por dentro los nervios lo consumían.

Los agentes que venían con ellos bajaron de sus respectivos vehículos quedando empapados al instante.

Con cautela se dirigieron a la puerta de la casa, aunque intentaron hacer el menor ruido posible sus pasos resonaban en todo el ambiente junto a la lluvia.

Paul pudo sentir como su corazón comenzaba a latir con fuerza, pero no supo si atribuirlo a la emoción o a la adrenalina que le causaba cada operativo al que iba, últimamente era todo lo que hacía, trabajar.

Todos se formaron alrededor de la única entrada a aquella propiedad con sus armas listas para cualquier inconveniente que pudiese surgir, aunque estas no estaban cargadas ya que las órdenes eran claras: no dañarlas.

El moreno dio la señal y de un fuerte empujón abrió la puerta, ingresando delante de los demás.

La casa estaba a oscuras mientras el sonido de la lluvia era frenado por las paredes. Wesker avanzaba con cautela mientras cada paso que daba era acompañado por el crujido del suelo bajo sus pies.

Las paredes estaban pintadas en tonos cálidos de marrón y ocre, suavemente iluminadas por la luz de lámparas antiguas.

La sala de estar y la cocina estaban conectadas, creando un espacio abierto frente a la puerta de entrada.

La mirada del pelinegro continuó revisando cada detalle, pasando desde un sillón de cuero algo desgastado que permanecía a un lado de una chimenea en mitad de la sala, hasta una mesa que se ubicaba junto a ese sillón.

Siguió inspeccionando el lugar, adentrándose en un estrecho pasillo que conectaba con tres puertas, dos de ellas eran habitaciones y la tercera era un pequeño baño.

Al ver todo despejado volvió a la sala para buscar alguna pista. Observó la mesa, la cual tenía una taza de cerámica encima con restos de café en su interior.

- La chimenea está caliente. - habló Vera con algo de desilusión.

El ambiente se cargó de una tensión insoportable. La evidencia sugería que habían estado allí hace poco, pero no había rastro de ninguna, una vez más habían llegado tarde.

- ¡Joder! - exclamó con frustración, proporcionando un fuerte golpe con el puño a la mesa de madera que estaba allí.

- Chicos, luego inspeccionamos todo, salgan un momento. - dijo la rubia acercándose a él con tranquilidad. Cuando todos los agentes habían salido apoyó una mano en su hombro y habló nuevamente con un tono firme. - La encontraremos.

Wesker la miró, sus ojos reflejaban una mezcla de desesperación y rabia. - No estoy seguro de eso, Vera. - respondió con un suspiro antes de salir de la casa.

Atracción Prohibida (Domisker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora