Capítulo 5

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Pov chico desconocido

Abrí mis ojos esa mañana y supe de inmediato que necesitaba salir de aquel lugar.

A la mierda con todos los mensajes positivistas que decían las personas para comenzar con sus días. Yo ni siquiera quería tener que volver a vivir una vez más.

De hecho, tenía mis propios argumentos preparados para defender mis pensamientos y es que principalmente ya no quería tener que sufrir el mismo sentimiento de cada día. Con la constante sensación de encierro entre aquellas paredes y cimientos que eran tan grandes y a la vez tan agobiantes. Dónde el único sonido que podía acompañarte era el eco de órdenes y réplicas, las cuales para mí desgracia se habían incrementado el doble después de una fuerte pelea con mi padre, que se había extendido a las últimas semanas.

En general no me llevaba mal con mis progenitores, pero debía admitir que no era para nada la mejor relación padres e hijo del mundo. Ni siquiera estaba seguro de si algún día podría serlo, porque es muy complicado el tener que llevarte bien y tener buena cara con personas que te exigen lo mejor de lo mejor día a día y no solo eso, sino que controlan tu vida a niveles que nadie debería llegar.

Así que sí. Necesitaba urgentemente dejar mi rutina atrás o no lo soportaría.

Me levanté de la cama y busqué algo para usar el día de hoy, también integré una capa oscura que pudiera cubrir un poco mi rostro y cabello. Antes de salir tomé mi espada del soporte, guardándola en mi cinturón e hice un gran esfuerzo para ir lo más cauteloso posible por los pasillos.

No quería ser notado por nadie, así me evitaría la parte en la que comenzaban con sus preguntas inútiles que no le importaban a nadie o con sus mandatos inservibles sobre cosas por hacer.

Hoy mi lista estaría completamente vacía para todos. No podían hablarme, no podían respirar en mi dirección, ni mucho menos mirarme. Así lo había decretado y pretendía que se cumpliera porque me lo merecía.

Jamás tenía un día libre, era mi oportunidad.

Escuché algunas voces venir desde mi lado izquierdo cuando llegué al final de las escaleras, así que me escabullí al comedor justo del lado contrario. Faltaba muy poco para salir de ahí, podía aprovechar de irme hasta la cocina y usar la puerta de allí. Las personas trabajando en ese lugar ya conocían mi historial, sabía que ellos no dirían nada, era perfecto.

Puse toda mi atención en cerrar la puerta con sumo cuidado y luego me giré decidido a seguir con mi camino, pero el destino tenía un regalito más para mí, porque justamente alguien se encontraba tomando café en una de las sillas.

Primera prueba del día; pasar a la segunda mayor autoridad del hogar y a la que menos debía topar en mi camino.

Muy bien hecho, aún sin hacer nada ya la estaba cagando.

- Buenos días, madre. - moví la cabeza en señal de saludo mirando al frente intentando evadirla, pero me fue imposible.

- Apenas está iniciando el día y ya intentas huir como un cobarde. - Me detuve abruptamente haciendo una mueca al escucharla. - ¿Qué tan difícil te es obedecer de una vez por todas? Ya no eres un niño.

Inhale aire profundamente para calmar mis pensamientos. Sabía lo que se avecinaba si seguíamos así y no estaba dispuesto a dejarme arruinar el día.

- Madre, por favor... Solo déjame ir y te prometo que...

- No te he concedido el permiso para hablar. - Fijé mi mirada en ella chocando contra ese violeta intenso igual al mío. - Escúchame muy bien. Quiero que resuelvas este dilema con tu padre antes de que lleguen nuestros invitados, no voy a tolerar que sigan surgiendo especulaciones sobre nosotros por ti. Por ahora puedes irte.

La chica del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora