Capítulo 8

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- ¡¿Qué carajos fue eso?!

- ¡Puedo explicarlo! - Gritamos al mismo tiempo sin saber quién de los dos estaba más alterado.

- ¿Tienes magia? ¡Tienes jodida magia! - Se levantó del suelo pasando la mano por su cabello con desesperación y yo creí que me desmayaría por la presión. - Dijiste que no eras un espíritu del bosque.

- ¡Deja de decirme eso! No lo soy.

- ¡¿Entonces qué mierda fue eso?!

- Déjame explicarte.

Me observó de arriba a abajo y suspiró antes de apartar la mirada.

- Créeme que te escucho, pero primero debemos salir de aquí. Cualquiera puede estar cerca. - Asentí y le seguí en silencio.

Al menos tendría algo de tiempo para pensar que decirle.

Bueno... Verás, Carter. Tengo magia.

Terrible, lo deseché de inmediato. Sin embargo, no había mucho más para aclarar.

Llegamos en tiempo récord a la cabaña, mis manos temblaban pensando en todas las opciones para decir, pero mi garganta fallaba al tratar de abrir la boca.

Carajo, en dos días ya había metido la pata hasta el fondo. Nunca la había cagado tan rápido.

- Creo que debí decirlo un poquito antes. - Junté mis dedos de acuerdo al tamaño. - Pero la realidad es... Que no puedo explicarlo.

- ¿Qué quieres decir con eso? - Cruzó sus brazos sobre su pecho enfadado. - Rubia, de verdad estás inquietándome. Necesito que me expliques lo que acaba de suceder ¿Ahora debo debatirme si eres una bruja o es que acaso me estoy volviendo loco?

Le lancé una mala mirada por aquello, pero ni siquiera tuvo tiempo de mirarlo, parecía un león enjaulado yendo de aquí para allá y su altura me intimidaba aún más de esa forma.

- ¿Podrías sentarte por favor? Me estás poniendo nerviosa.

- ¿Nerviosa? ¡Yo estoy nervioso! Y aceptar eso es algo más difícil para mí de lo que crees. - De igual forma hizo caso a mi petición y se dejó caer en uno de los sillones.

- Sé que suena difícil de creer, porque es complicado para mí buscar una manera de explicarlo. Pero la verdad es que no sé nada de mí. - Ahora fui yo la que se dejó caer en el sillón a su lado y continúe hablando mientras restregaba mis manos en mis rodillas buscando tranquilizarme. - Un día cuando era pequeña, simplemente desperté con poderes. Sé que es una locura, sin embargo, así sucedió, solo aparecieron.

Carter exhaló aire de una forma muy ruidosa y me miró fijamente, parecía estarme estudiando de arriba abajo, buscando algún cambio en mí. Era tal cual la reacción que había experimentado yo misma al descubrirlos.

- Solo aparecieron... La magia no solo aparece.

- ¡Lo sé! - Oculté mi rostro con mis manos para escapar de esos ojos que trataban de leer mi interior. - Es por eso que he intentado ocultarlos de todo el mundo. Ni siquiera mi madre sabe de su existencia ¿Sabes lo que es eso?

- ¿Por qué usarlos ahora?

- ¿No es obvio? Por ti. Quería salvarte y entré en pánico al no tener muchas salidas. - Suspiré y decidí enfrentarme a su mirada violeta. - Ojalá fuera una mentira. Ojalá pudiera decirte que es una broma, pero no es así. Esta es mi realidad.

No mentía en ni una sola palabra. Normalmente al crecer tu cuerpo experimenta muchos cambios, pero no creía que la magia pudiera ser uno de ellos.

- Esa mañana a mis apenas ocho años, desperté igual que todos los días y desayuné junto a mi madre antes de que se fuera a trabajar. - Sonreí con tristeza al traer de nuevo ese recuerdo que jamás se iría. - No tenía mucho tiempo de haber empezado de nuevo. Ella no podía dejarme sola por mi edad, pero comenzamos a estar algo faltas de dinero, así que le insistí día y noche en que podría cuidarme sola durante esas horas en que estuviera afuera.

La chica del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora