Capítulo 22

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Inhaléaire profundamente por la nariz y luego de unos segundos dejé que saliera entremis  labios. Fijé mis ojos en el objetivo con una mirada asesina buscando la manera de incinerarlo sin llamar la atención y disparé la flecha.

La misma que pasó de largo sin tocar ni un centímetro de la diana.

Dejé salir un gruñido furiosa y tomé la siguiente flecha para repetir el intento. En mis cálculos para nada precisos, debía llevar en esta misma secuencia al menos dos horas, cada segundo más frustrada que el anterior.

- Eres rápida, eres ágil, eres inteligente. - Por más que intentaba darme ánimos con aquella frase que se había convertido en mi mantra, no encontraba el equilibrio. - En casa no podías fallar así ¿Qué sucede? Solo es una maldita flecha.

Incluso estaba hablando conmigo misma.

Mi mente en estos momentos era la definición del mismísimo caos. No podía concentrarme por más de cinco segundos en algo y lo único que quería era poder huir de mis propios pensamientos.

Tenía el cuerpo rígido, mi vientre se tensaba sin explicación y me removía incómoda en el lugar lloriqueando mentalmente por ayuda. Una que me daba vergüenza admitir.

Regresamos hace unos días de nuestro viaje, puede que pasara una semana, unas horas, no estaba segura de cuánto tiempo era exactamente porque como lo dije antes, mis cálculos eran un asco. Solo podía sentir el cansancio tomando factura en mi cuerpo ya que no había logrado volver a dormir bien desde ese día en la cabaña. En sí llevaba demasiado tiempo sin cubrir mis necesidades básicas adecuadamente, apenas podía probar un bocado cuando mi estómago decidía cerrarse y el desespero tomaba el control de mi cuerpo.

Respeto a mis sentimientos... Siendo sincera ya no sabía cuáles eran, pasaba de la ira al llanto en un parpadeo. Lo poco que logré hacer para mantenerme cuerda, era venir aquí cada día a intentar despejarme usando mi amado arco que traje desde mi antiguo hogar, pero parecía ser que incluso este se negaba a cooperar.

Cargué otra flecha y repetí todos los pasos como si fuera mi primera vez, incluso intenté de la misma forma en que le había explicado a Milo hace no mucho tiempo atrás, fallando de nuevo.

Dirigí mi mano al carcaj y me di cuenta de que poseía tan solo una última flecha.

Una oportunidad más.

- Si sigues así, voy a tener que convertirme en tu tutor. - La voz de Carter llegó a mis oídos haciéndome perder la poca concentración que había logrado retener hasta ese momento. Seguramente era yo, pero me pareció oírla un poco más ronca. - Hay algunas cosas que podría enseñarte.

No supe cómo responder así que solo dejé mi vista en el arco, mientras mi estómago revoloteaba. A veces me sorprendía la facilidad con la que lograba encontrarme, este sitio era gigante y él parecía saber mi localización exacta en todo momento.

- Además, he escuchado algunos rumores entre los empleados. Quieren armar una campaña en tu contra por hacerles recoger unas 80 flechas de los alrededores.

- Que lo hagan y la próxima tendrán que sacársela del culo. - Lo miré cuando se rio y bufé ahora enojada.

Ahí estaba de nuevo mi mal humor, haciendo acto de presencia sin siquiera poder controlar las palabras que salían de mi boca. Cuando esto sucedía, sentía que todo el mundo tenía la culpa de lo que me estaba pasando y debía repetirme a mí misma en mis momentos más racionales, que no era así.

Voy a explicarme un poco más.

Me encontraba viviendo algo a lo que me gustaba llamarle caos mágico. Era cuando mis poderes, sobre todo mis hormonas, pensamientos y cualquier otra parte de mí que viera oportuno sumarse a la fiesta, decidían tomar el control de mi cuerpo y hacer un desastre conmigo. No me sucedía muy a menudo, gracias a todos los dioses. Solamente pasaba cuando acumulaba demasiada magia y emociones en mi interior que terminaban por explotar al no saber que hacer. Ahora no entendía muy bien la razón, porque más allá del fallecimiento de mi madre, sentía que todo me terminaba llevando a él.

La chica del caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora