Era muy común en mi ser una persona que tuviera problemas con el sueño, pero ese día todo pareció incrementarse en mi interior.
Mis ojos se cerraron a altas horas de la madrugada, permitiéndome dormir durante un tiempo tan escaso que me pareció inexistente. No caí en las pesadillas, mucho menos en algún sueño, solo estuve nadando en el inmenso océano de oscuridad en el que se convirtió mi mente, despertando sobresaltada de vez en cuando por el recuerdo de la frase que se continuaba repitiendo en las lejanías de mi cabeza como un murmullo.
De tanto retorcerme entre las sábanas logré llegar a una decisión, me parecía que era la correcta para este punto de mi vida y la tomé.
No buscaría un lugar cercano que me permitiera continuar con mi trabajo, no regresaría a casa dónde no tenía más que recuerdos dolorosos a partir de ahora, esos mismos que nunca pude reemplazar con algo bueno, mucho menos pensaba desaparecer en lo profundo del bosque. Aceptaría la oferta de Carter de quedarme aquí en el castillo y volvería esta vida provisional en una permanente.
Esa era mi elección.
El luto que mi corazón estaba sufriendo, era como una herida abierta que no dejaba de sangrar. Esto me llevó a vestir un traje de caza completamente negro en representación, dejando atrás los atuendos elegantes y llamativos que me gustaba usar, al no sentirme de ánimo suficiente.
No había pasado mucho desde que había llegado aquí, pero sentía un cambio muy grande en mí y lo confirmé al terminar de arreglarme, cuando aproveché de admirar mi reflejo en el espejo. Mis ojos grises ya no portaban su característico brillo de magia, como si esta se hubiera encerrado en lo más profundo de mi ser a pesar de que ya no fallaba, tenía unas ojeras verdosas debajo de ellos dándole un aire enfermo a mi piel pálida y toda mi aura desprendía una tristeza profunda.
En las miles de veces que imaginé mi futuro, nunca creí que en alguno de ellos perdería a la única persona que tenía en mi vida tan fácilmente.
El sonido de unos nudillos tocando la puerta de mi habitación, resonó en el lugar, pero no me di la vuelta al saber de quién se podría tratar.
- Ya está todo listo. - Anunció él llegando detrás de mí permitiéndome ver su reflejo en el espejo también. - Partiremos cuando estés preparada.
Suspiré entrecortadamente al sentir las lágrimas empañando mi visión y asentí.
¿Quién pensaría que toparme con un troll en el bosque sería mi golpe de suerte? Toda esa extraña experiencia terminó realmente en algo bueno y es que pude conocerlo a él. De no ser así, mi vida sería tan distinta en este momento que no supe determinar si para mejor o peor, por lo que dejé atrás ese pensamiento tan rápido como llegó.
Me guío hasta los establos en búsqueda de los caballos que nos esperaban para llevarnos a la cabaña y no estaban solos, porque Evie y Milo también se presentaron deseándonos suerte. Este último insistió en querer acompañarnos, alegando que tenía sus propios "asuntos de príncipe" que entender con su gente, pero algo me decía que el temblor le había asustado y pretendía alejarse del epicentro sin saber que era yo.
Carter siempre estuvo al pendiente de mi durante el inicio del viaje, lanzando miradas en mi dirección probablemente asegurándose de que no me hundiría en la miseria o al menos eso pensé, ya que decidió abrir la boca llegando al bosque para preguntar algo que entre toda mi melancolía y lloriqueo no había pensado.
- Muy bien, ahora ¿A dónde tenemos que ir exactamente? - Me miró esperando indicaciones de ese insignificante detalle y decidí hacer lo que mejor se me daba: tener un ataque.
ESTÁS LEYENDO
La chica del caos
FantasíaEn lo profundo del bosque, de un mundo donde las personas parecen ser todas similares de apariencia, una joven chica se mantenía oculta en su cabaña a la espera de su libertad. Viviendo día y noche entre el mismo territorio, sin poder ir más allá po...