CAPÍTULO 4

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EN PRESENCIA DE UN JURAMENTO

PERCY SE ENCONTRABA EN UNO DE ESOS MOMENTOS DONDE TODO PARECÍA una broma mala de algún programa de televisión

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PERCY SE ENCONTRABA EN UNO DE ESOS MOMENTOS DONDE TODO PARECÍA una broma mala de algún programa de televisión. Esperó que salieran las cámaras y que Will se presentara con un traje de director para gritar «¡Corte!» y asegurarles que todo fue obra suya para ver la expresión en sus rostros, pero no fue así. Las cazadoras de Artemisa dejaron de apuntarlo ante el pedido de la diosa. La diosa, Artemisa, que Percy no podía dejar de observar con incredulidad.

Era una niña, una que parecía incluso menor que él.

Grover no dudó ni por un segundo en las palabras de esa niña. Se arrodilló en el suelo y comenzó a realizar una especie de saludo.

—¡Diosa Artemisa! —exclamó—. ¡Gracias por su ayuda! ¡Es usted asombrosa!

Percy sintió una pizca de rabia.

Esa misma chica no les había permitido ayudar a Annabeth, pero Grover se lo agradeció igual.

—Grover, levántate —gruñó Thalia—. ¡Annabeth desapareció! ¿Cómo puedes arrodillarte así?

—¡Esperen un segundo! —bramó Bianca. Todos los ojos se posaron sobre ella—. Entiendo que deseen salvar a su amiga, pero prometieron explicarnos qué sucede. ¿Quiénes son? ¿Por qué nos buscaron? ¿Qué tenemos que ver con ustedes?

La mirada de Artemisa se suavizó al estar junto a Bianca.

—Dulce niña, lo mejor será que nos digan quiénes son ustedes primero —dijo.

Bianca suspiró.

—Somos huérfanos —contestó—. Nuestra madre falleció y nos dejaron al cuidado de unas personas.

—¿Huérfanos? —Zoë frunció el ceño—. Ustedes son mestizos, niña. Uno de sus padres era mortal, el otro un Olímpico.

—¿Olímpico? —preguntó Nico—. ¿Un atleta?

En medio de su rabia, Percy sintió unas pequeñas ganas de reír.

—No, un dios —contestó Artemisa—. ¿No los conocen? Los dioses que viven en el Olimpo.

Los ojos de Nico brillaron.

—¡Estupendo!

—¡No! —Bianca sacudió la cabeza—. ¡No es nada estupendo!

—¡Claro que lo es! —replicó Nico—. ¿Es verdad que Zeus tiene un poder de destrucción de seis mil y que...!

—¡Cierra la boca, Nico! —Bianca se sobresaltó por su propio grito, luego observó a su hermano con pena y llevó ambas manos a su rostro—. ¡Esto no es tu tonto juego de Mitomagia, maldición!

Allyn dio un paso hacia ella.

Colocó una mano sobre el hombro tembloroso de Bianca, esperando a que ella lo observara. Allyn se encontraba de espaldas a él, así que Percy no pudo ver o escuchar qué fue lo que le susurró a Bianca, pero debió funcionar, porque ella suspiró y asintió despacio.

UNKNOWN, ━ PERCY JACKSON.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora