࿐ ࿔*:・𝐔𝐍𝐊𝐍𝐎𝐖𝐍 | LA HISTORIA EN DONDE, A TRAVÉS DE los años, 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍 descubrió que sería capaz de nadar por un lago de fuego, siempre que la recompensa sea volver a su hogar en ese par de ojos violeta.
• PERCY JACKSON X MALE...
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EL ESCUDO CAYÓ AL SUELO CUANDO EL ORO CUBRIÓ por completo el cuerpo de Percy Jackson. Allyn intentó pelear contra las náuseas, pero no tuvo éxito. Su cuerpo cayó contra el suelo cuando se acercó a la orilla del elevado para vaciar su estómago. El oro brillaba demasiado, comenzaba a detestarlo mientras más lo observaba. Esperó a que el vómito se alejara con la corriente y utilizó el agua limpia para limpiar su rostro.
Observó el escudo de Ares con asco, sus deseos eran tomarlo y fundirlo, volverlo nada, devolverle a su bisabuelo un golpe entre las piernas y asegurarse de que no infestara al mundo con más descendencia.
«Esto es su culpa».
Ni en todas sus misiones, ni en sus quince años de vida llegó a sentirse tan inútil como en ese momento. No tenía el punto de vista extraño de Grover, no tenía la inteligencia de Annabeth. Era el hijo de Dionisio, podía hacer que las frutas creciesen, podía influenciar a la gente con una sonrisa bonita, podía conjurar el vino y algunas armas, pero no le serviría de nada.
«Si tuviese la fuerza de Luke o el cerebro de Annabeth».
—Esta es una trampa de Hefesto, ¿no? —se preguntó a sí mismo—. Bien, pensemos como lo haría un hijo de Hefesto.
Allyn se dirigió a la parte trasera del trono y revisó los engranajes. No entendía absolutamente nada, ninguno se movía, incluso si utilizaba toda su fuerza para moverlos. Las lágrimas obstaculizaron su visión, Allyn las apartó con la manga de su chaqueta y continuó con su trabajo.
Estaba tan absorto en esos engranajes que no notó cómo una de las puertas en la parte superior se abría, hasta que un hombre de edad avanzada llamó su atención.
—Oye, niño. —Allyn no le dirigió la mirada—. ¿Necesitas ayuda para encontrar la salida?
«Salida mi trasero».
Allyn volvió a ignorarlo y centró su atención en los engranajes. Eso no pareció gustarle al hombre.
—No me iré sin él —dijo.
—Así no es como funciona —respondió el hombre—. No es algo que se pueda revertir.
—¡Claro que se puede revertir! —gritó—. Y usted, Hefesto, si no planea ayudarme, déjeme solo para ver cómo consigo salvar a mi amigo.
—Sabes quien soy.
—Solo usted vendría a ver quién ha caído en su trampa —masculló Allyn—. Claro que sé quién es.
—Han hablado de ti en el Olimpo recientemente —dijo.
Allyn se paralizó.
—El hijo de Dionisio —continuó Hefesto—, el hijo sin una madre mortal.