࿐ ࿔*:・𝐔𝐍𝐊𝐍𝐎𝐖𝐍 | LA HISTORIA EN DONDE, A TRAVÉS DE los años, 𝐏𝐄𝐑𝐂𝐘 𝐉𝐀𝐂𝐊𝐒𝐎𝐍 descubrió que sería capaz de nadar por un lago de fuego, siempre que la recompensa sea volver a su hogar en ese par de ojos violeta.
• PERCY JACKSON X MALE...
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ALGO ESTABA MAL, ALGO ESTABA DEMASIADO MAL. PERCY AHOGÓ las crecientes ganas de detener a Allyn y forzarlo a observarlo. La necesidad de tener esos ojos violeta sobre él eran casi enfermizas, lo necesitaba más que nada, así como también necesitaba volver a sentirlo tan cerca como lo sintió en ese desesperado abrazo que ambos compartieron detrás del árbol en la Colina Mestiza. La actitud de Allyn era solo una de las miles de cosas que lo confundieron en ese momento.
Desde que se encontraron en la ciudad, la forma en la que lo ignoró y cómo sucumbió ante su abrazo cuando Percy estaba más cerca de explotar y exigir una explicación. ¿Cómo alguien podía jurar protegerlo por el río Estigio en un momento y enviarle esa mirada tan herida y molesta en otro? Podía soportar recibir los ataques de su furia, de hecho, Percy recibiría con gusto todos los golpes que Allyn Phoenix necesitase lanzar si eso significaba obtener una respuesta.
No le molestaría ser la forma en la que Allyn encontrase su paz.
Sin embargo, también comprendió que ese no era el momento ideal para abordar sus preocupaciones. El sol había comenzado a esconderse, los campistas dejaron a un lado sus actividades y caminaron en orden hacia un lugar específico; el pabellón del comedor. Percy saludó a algunos cuando recibió saludos de parte de ellos y observó a los demás. Era claro que esos meses de guerra le pasaron factura a todos los campistas, se veían cansados, pero más fuertes que nunca.
—¡Percy Jackson! —Cástor, el hermano mayor de Allyn, celebró al verlo otra vez—. Ven, hermano, siéntate con nosotros.
Percy notó rápidamente que, contrario a lo que sucedía normalmente, los campistas comenzaron a sentarse en mesas que no eran las suyas; Silena Beauregard comía alegremente con Clarisse y sus hermanos, mientras que Connor y Travis Stoll —los nuevos capitanes de la cabaña de Hermes— compartían la cena con los hijos de Hefesto.
La mesa a la que Allyn lo llevó era la de Dionisio, pero allí se encontraban Annabeth, Will, Cástor, Pólux y Malcolm Pace.
Allyn se desvió antes de llegar. Percy se detuvo por instinto, llevó su mirada a Allyn y lo encontró apoyado sobre el hombro de una sonriente Clarisse.
—¿Cuándo me dejarás tener una conversación tranquila con mi chica, Al? —Silena fingió quejarse, pues no se veía realmente molesta, sino divertida con todo el asunto.
—Lo siento, Silena, pero Clarisse fue mi chica primero —se burló Allyn—. La necesito para...
—Sí. Sí. Sí. Lo sé —bufó Silena—. «Conversaciones oficiales y secretas», no debes repetirlo.
—Te lo recompensaré después —prometió Allyn, a la vez que extendía una mano hacia Clarisse.
Los ojos de Silena brillaron con una malicia juguetona.