Sin_titulo_2024_04_01.mp3

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Nunca mencionas los momentos que te hicieron insegura, aquellos que agitaron tus emociones y te provocaron un mareo permanente, caminando sobre aquella cuerda, con miedo de ser olvidada por quienes ya se han ido.

¿Y quién sostiene a esta chica cuando el amor propio se desvanece?, siempre he sido buena haciendo preguntas, con temor de conocer las respuestas, porque quiero ser percibida más allá de lo que mi poesía ha arruinado, sintiendo como cada uno de mis altibajos me están sumergiendo justo donde las estrellas de mar reposan.

¿Y si ya no soy tan buena como creía?, ¿y si nunca fui lo suficientemente buena para todo esto?, aún hay lecciones de vida que siguen metiéndose en mi cabeza, escapando de las paredes rocosas y el profundo vacío de mis lamentos, pintando las partes de mí que continúan manchadas de tristeza, desde mi cabello castaño hasta las hojas de papel que arrojé al suelo. Mi equipaje se vuelve cada vez más pesado, almacenando cada uno de los momentos que mi terapeuta me pidió que transformara en murales, apreciando la belleza detrás del caos que las consecuencias dejan en un par de manos rojizas, tan lastimadas, tan dañadas de tantos murales color gris.

Mis pecados están pegados en mi pared, en residuos de cinta café, conservando los sentimientos que incluso yo dejé de comprender, porque siempre ha sido complicado amar a una chica como yo, incluso para mí misma. Y si ya he hecho la misma pregunta demasiadas veces, ¿por qué demonios nadie ha sido capaz de quedarse?, tal vez este pueblo no está destinado a amarme, perdida entre los susurros y las hojas secas en forma de montaña que el vecino guardó desde noviembre.

Despierto cada madrugada con la esperanza de sentirme resguardada, pero nunca hay nadie del lado izquierdo, ni siquiera un peluche robado, solamente un sueño apagado. Las personas son tormentas, pero yo bailé alrededor de cada una de ellas, sólo porque esperaba lograr que alguna quisiera tenerme, herida por los relámpagos, yéndome a la cama con el cabello húmedo y cientos de fotografías que mi memoria a corto plazo olvidará cuando vuelva a despertar, con miedo de ser olvidada por quienes ya se han ido.

Mis preguntas están pegadas en mi pared, en residuos de cinta café.

ESTO PUDO HABER SIDO UN AUDIOLIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora