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Querida Katherine, sé que te has sentido sola desde los dieciséis, vista borrosa y promesas que lastiman nuestras lenguas, escuchando el nombre incorrecto de quienes te han abrazado desde pequeña, porque tus sentimientos no pueden ser trasladados a los de ellos, y quizá nunca entenderán el tornado de emociones que deambulan sobre tu cabecita castaña, pero eres más fuerte que eso, estoy segura.

Tu infancia debió haber sido un torbellino, lamento no haber arribado antes, escondiendo tus verdaderas palabras, jugando con las muñecas de porcelana que guardaba tu hermana en su habitación rosada, aquella que temías pisar, porque los fantasmas eran capaces de golpearte sólo por cruzar una puerta y vivir la fantasía que toda niña pequeña merece. Tu habitación, solitaria desde que tienes memoria, porque los colores neón son tan opacos cuando tus ojos lloran, nunca quisiste vivir así, no es lo que una niña como tú merecía, autos y armas sobre el armario, ignorados por una mente que buscaba la felicidad detrás de las cortinas más sucias del pueblo en el que albergaste todos estos años. Los caballos son aburridos, utilizando las prendas incorrectas, practicando los modales que no te gustaban, estancada en la fuente que se ha mantenido seca desde que tienes nueve años.

Querida Katherine, sé que has sentido que tu familia dejó de apoyarte desde que lograste reconocerte, la confusión invade sus mentes cada noche, así como sus palabras de ataque logran derrumbar la tuya. Siempre has sido linda, desde que tuve el placer de verte caminar por aquel parque, con las hojas amarillas que flotaban permaneciendo sobre tu cabello, cautivando la mirada de todos aquellos que sabían apreciar la belleza, porque tu sonrisa cegaba al sol, cegó a mis ojos marrones algunas veces.

Tu adolescencia debió haber sido un torbellino, supongo que repito mucho mis palabras, lamento no haberme acercado antes, escondiendo el maquillaje que le robaste a tu madre debajo de tu cama, cantando en la ducha y cuando tu cabello rozaba tus delicados hombros, intentabas disfrutar todo esto, a pesar de que todos en la mesa no querían aceptarlo, comentarios como balas de madera, atravesando cada uno de los vestidos que alguna vez soñaste usar, arruinando tus esperanzas y fingiendo estar siendo comprensivos cuando no saben por lo que tus rodillas están pasando.

Y si tu nombre siempre ha sido Katherine, ¿por qué le cuesta tanto a los demás pronunciarlo?, siempre fuiste una niña cuidadosa, siendo lastimada por las razones equivocadas, por convertir los pantalones anchos en faldas, por usar el perfume de tu madre cuando estabas sola en casa, siendo comparada con las personas más ofensivas cuando nunca fuiste capaz de lastimar las palabras de alguien que está luchando una guerra, porque siempre comprendías a quienes estaban sufriendo, pero ¿quién comprendía a esta pobre niña en un lugar donde nadie quería hacerlo?

Creciste siendo reprimida por tus pensamientos, tus padres te ocultaban del resto, con miedo a que pudieran juzgarlos por haber fallado como padres, cuando pudieron haber amado a su hija desde la primera vez en que deseó usar un moño en su cabeza o cuando coloreaba mariposas en la pared de su habitación, leyendo cuentos de hadas, deseando algún día ser aquella princesa encantada, pero todo el tiempo te sentiste expulsada, incluso al ver el dolor que corría por tu sangre.

Abandonaste tu ropa en la cama de tu abuelo, cambiaste tus cicatrices por polvos de colores, maduraste demasiado pronto, no es lo que merecías, pero tuviste que hacerlo antes de sentirte culpable por hacer lo correcto; algunos finales son desastrosos, pero algunos aún se pueden reparar, y comprendo que no quieres volver a abrir las cajas que guardan los juguetes con los que nunca te divertiste, porque tu vida fue completamente distinta a lo que las voces en el pueblo cuestionaban.

Cada marzo es diferente al resto, tu edad logra cambiar, tus palabras suelen avanzar, tu felicidad se escucha hasta acá, sé que la vida no te ha tratado como pensaste que lo haría, pero pudiste cambiar todo lo que no tuviste desde pequeña por los sueños que actualmente estás dispuesta a hacer realidad. Compraste un auto nuevo, sueles llevarme de compras en él, olvidando los malos ratos, comprando las muñecas de porcelana con las que bailabas, hablando de esto en la biblioteca, usando faldas en conjunto, maquillajes desordenados sobre rostros marchitos, aprendimos a sacar lo mejor de todo esto, a pesar de que las tormentas siguen visitando tu habitación, tan alejada de tu familia ahora, porque sé que todavía los amas, pero no pudieron ayudarte a vivir la vida que planeaste desde que tenías cuatro años, en la libreta roja que llevaste tu primer día de clases.

Y sé que estás intentando olvidar todos estos años, hasta el día en que lograste ser quien querías ser desde el principio, pero las grietas se han tapado, las piezas se han recolocado, sólo no sueltes lo que fuiste, porque siempre has sido esa chica intensa que abracé hace dos noches.

Y sé que todos en esta ciudad conocen tu nombre, te sonríen en la avenida, cuando te ven frente a tu puerta limpiando las hojas secas de tu jardín, porque el mundo ha aprendido a quererte, por todos esos años en los que no te sentiste apreciada, condujiste por años hasta el único lugar al que tenías que llegar, todos te estaban esperando, abrazando tus miedos, sentada en tu sofá frente al televisor, dejaste de sentirte culpable y estás escribiendo tu nombre sobre el refrigerador, porque tu nombre siempre fue Katherine, nadie jamás volverá a olvidarse de eso.

ESTO PUDO HABER SIDO UN AUDIOLIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora