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¿Debí guardar una fotografía del cielo en aquella noche en la que las auroras boreales se filtraron sobre el pavimento?
Tomaré esta carta como un recordatorio, porque aún puedo sentir tu rostro en medio del desorden que habita en mí, y sé que sería incorrecto mencionar cómo me siento porque tus ojos podrían estancarse entre esta tinta, lo lamento, necesito deshacerme de todo el paseo para evitar llorar frente a un desconocido por mi culpa.
Vivías en un pueblo subterráneo, una chica de cabello castaño claro, ojos color café y crema, sonrisa de arcángel, la voz más dulce que mis oídos capturaron, los labios más suaves que los míos han manchado, tómate un tiempo para ti, me estoy sintiendo nerviosa. Una amante de la literatura incomprendida, fuiste enviada por el cielo, no esperaba enamorarme de esto en aquel último mes, supongo que eras todo lo que quería mantener, la vocalista de una banda local, desplazándose entre los escenarios más cercanos, los menos costosos, porque todos tenemos un sueño por cumplir, tocando toda la noche frente al garaje del tío del bajista, el único suelo disponible, el único lugar en el que el mundo se permitía escuchar, todo ocurrió en mi cabeza, no necesitas intentar quedarte con todo esto.
Encontré tus pisadas en una fiesta a la que no planeaba asistir, aquel sábado de noviembre en el que tu banda se preparaba para tocar su última canción escrita con un bolígrafo azul, falda negra, chaqueta y una guitarra luminosa color madera, tu mejor compañía en medio de esta noche inoportuna, el ruido de tu voz me hacía querer permanecer callada, pensando en silencio frases insípidas para una chica extraordinaria, mis manos comienzan a hablar mientras tus ojos observan a los míos al cantar, era una noche sin festejo, volví a la vida después de que el espectáculo acabó con tu mirada frente a mi espejo. Y me acerqué a tu pequeña sonrisa, hice preguntas incómodas más de una vez, bebimos un par de tragos y nos sentamos en el mismo sofá olvidado, tu voz manejaba todos los lenguajes del amor que yo quería descubrir, sólo tenía que asegurarme de que sintieras lo mismo al escucharme hablar de manera confusa, arruinando un buen futuro, me estoy sintiendo nerviosa.
Desperté los sentimientos que por un tiempo me mantuvieron dormida, eras tan delicada como para lastimarme con tu hacha afilada, tan ingeniosa como para escribirme una nueva canción, pero no era la indicada esa noche, derramé mi bebida sobre tu teléfono, ahora escucho a tus pensamientos maldecirme, ¿esa es la razón por la que me dejaste cantando sola?
Todos mis discursos sinceros se han congelado, inventé uno antes de que tu odio me lastimara, cuidando mis palabras entre las cuerdas de tu guitarra, madera húmeda, disculpas sin culpa, ¿estoy irritando a tus alas?, lo siento, miré hacia abajo el resto de la reunión clandestina. Todos continuaron bailando, consuelo sin suelo, luces de vapor, he sido una tonta durante todas mis noches, me estrellé con un semáforo mientras el auto aún seguía estacionado frente a mi casa, tomaste mis manos y me otorgaste un nombre sin notarlo, perdí el apetito, perdí el miedo a ser rechazada una vez más, tus manos suaves cuidaron a mis charlas inmaduras, extraño ese primer beso, porque pude haber tomado una siesta, pero decidiste tocar mis labios cuando una canción antigua se reprodujo, dos chicas viajando hacia el único plano en el que las mariposas no pueden huir sin ellas.
Me convertí en parte de tus sesiones semanales, el asiento más cómodo era de mi propiedad, justo al lado del tío Roberto bebiendo de un vaso color dorado, era el mejor recuerdo de los sábados, cautivada por las melodías de una chica liberada, tan reluciente, volando por encima del sonido, tocando los acordes correctos en la guitarra, tocando mis cuerdas acertadamente. Tu mirada parecía estar enamorada de mis deseos, encontrando luz donde mis brazos han sentido oscuridad, una compositora entre estadios reservados, capaz de que su voz provoque eco, contemplando mis sugerencias, caminando tomadas de la mano con un par de bufandas que cuidarían a nuestras gargantas mientras están ocupadas besándose, la adrenalina te ayudaba a querer amarme, inspirándose en las últimas hojas que quedan bajo el árbol sediento, me escribías canciones en francés, extraño tus ideas y el acento que fingías cuando te empeñabas en enamorar a esta chica que olvidó cómo dejar tu puerta abierta.
Éramos un par de jóvenes alocadas buscando la fiesta más aburrida de este pobre pueblo, corriendo antes de romper nuestros corazones, porque dicen que morir es absurdo pero vuelvo a pensar en ti mientras mis sentimientos sostienen tu mano, construyendo el mínimo escenario en el que algún drogadicto quisiera escucharlos, porque el arte no es apreciado la mayoría de las veces, pero prometí que mi asiento estaría ocupado cada vez que tu guitarra estuviera disponible para tocar una canción que le prometí a mi corazón no volver a escuchar.
Medí mi tiempo a través de los ensayos callejeros, el invierno nos acompañó con el paso de las canciones más emocionales consumadas por una guitarrista melancólica, aquella que mis rodillas querían cuidar, ahora tus amigos se han alejado, pero puedo imaginarlos gritando “por Dios, ella está tan enamorada”, tal vez muera de fiebre si tus dedos no planean escribir una canción sobre este suceso.
Por favor, dejemos este recinto y salgamos de aquí, bésame mientras mi cabeza tararea las últimas notas que dejaste dentro del humo blanco.
Los enamoramientos parecen ser pasajeros a través de este planeta, porque estoy sintiendo a mis pies alejarse de los tuyos, besando tus canciones con menos frecuencia, los sábados dejaron de ser tan largos, tu cabello castaño se dañó de negro, y no malinterpretes mis últimas palabras, sigues siendo linda bajo estos ojos que ya no cantan con la misma intensidad que antes. Te vi tomar el mástil de tu guitarra con la fuerza que deseaba que tomaras a mi cuerpo agitado, pero tal vez le pedí demasiado a un individuo no enamorado, y podría gritar en alguna canción que siempre será mi culpa, por enamorarme de manera ágil de quienes besan mis manos dañadas sin sentimientos de por medio, ¿hacia dónde voy ahora?, ¿por qué abandoné otro lugar que se sentía como estar en casa?
Convertiste mis poemas en canciones y te veía cada sábado cantándolas junto a tu banda, ahora se están presentando frente a un grupo de personas que jamás entenderán tus letras como yo, porque siempre estuve ahí, tomando tu mano mientras el bolígrafo se quebraba, tocando los acordes incorrectos, tocando mis cuerdas equivocadamente.
¿Debí guardar una fotografía del cielo en aquella noche en la que las auroras boreales se filtraron sobre el pavimento?, ahora me enamoro de las canciones que el músico ha dejado en mi disco favorito, ignorando por primera vez aquella canción que por consecuencia tiene por título mi nombre.
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ESTO PUDO HABER SIDO UN AUDIOLIBRO
PuisiEsto pudo haber sido un audiolibro, pero lo arruiné...