0:00 ●—————————————● 5:20
“Se supone que tu vida no sería de esta manera”, tu voz repitió la frase de nuestra vida mientras mis ojos se quebraban junto a tus copas de cristal. Te mudaste, te casaste y no te arrepentiste de ser la novia más cromática que mis mejillas pudieron abrazar, perdona que la distancia nos haya alejado, perdóname una vida por haberme ido en el momento en que tú te fuiste.
Querida Katherine, tus vestidos deambulan cada mañana por el palacio más preciado de Cloverdale, aquel suelo en el que las personas te reconocen, la abogada más atrevida que este pueblo pudo haber tenido alguna vez, pero tu vida se ha transformado en violetas y sé que estás siendo feliz ahora, lo eras, dormías bajo el sol y junto al aroma de los claveles en los que por dos meses me hundí.
Tal parece que extrañabas los abrazos sinceros, incluso si tu esposo dormía del otro lado de la cama, porque él era la clase de romántico que no amaba, inventando excusas para evitarte y no disfrutar de tu compañía, viviendo la vida que soñaste, tan alejada de tu familia y de esta chica que empezó a odiar cada vez que marzo llegaba y tú no podías hacer lo mismo.
Y canto nuestra canción desde este cielo, tan distinto al que tú ves cada atardecer, oh querida Katherine, las estrellas dejaron de estrellarse y la luna dejó de permitir que nuestros pensamientos se columpiaran sobre ella, el viento es el único que nos permite respirar el mismo suspiro y ahora que no estás aquí no sé cómo explicarle a las cámaras como fue que no volví a verte, supongo que fue un adiós momentáneo, pero estoy creciendo y tu edad sigue siendo la última que recuerdo, quedándome con las llaves de tu antigua casa y las lagunas en las que solíamos bañarnos antes de escribir un poema absurdo sobre tu padre, porque odiábamos a los mismos hombres y amábamos el mismo pastel de vainilla, “feliz cumpleaños”, feliz vida.
Retratos vacíos, listones rosados decorando el suelo, tu última mirada a la justicia antes de decidir conducir por tantas horas, bajo la lluvia, dentro de la niebla, hasta el minuto en que volviste a ver mis pecas pintadas y a mis rizos rebotando al correr, abrazando el recuerdo de la chica con la que crecí, en un pueblo que nos alejó, junto al hombre que llegó solo a casa, porque sus manos se han mantenido frías y tu sombra prometió no volver a pisar estas rosas, “se supone que tu vida no sería de esta manera”, sin despedidas, el amor me arrebató tu recuerdo, ahora agacho la mirada y derramo mis lágrimas sobre la laguna, tu vida fue tan corta como una película, empecé a odiar al perdón desde que te fuiste de aquí.
Un día de prisión por cada día que pasaste atada a un hombre que te hacía sentir inútil, tus llaves estaban sobre su cuello, no podías alejarte al menos que recibieras una bala, todos los discursos eran de odio, tus días bebiendo junto al demonio, intentando cubrir su transfobia con palabras de aliento, ¿por qué te enamoraste tan pronto?
Y aún recuerdo la llamada en que me dijiste que ese hombre te mataría algún día, lo siento, creí que era sólo una broma pesada, ahora comprendo que debí haber escuchado cada advertencia, porque en un abrir y cerrar de ojos dejaste de abrirlos, intentando demostrar su valía después de lastimarte, ¿por qué te enamoraste tan pronto?
Siempre serás aquella luz de mediodía o aquella tarde de mayo soleada, aquella fuente vacía o mis pasos frente a tu antigua casa, tocando tu puerta cuatro veces, con la esperanza de encontrarte del otro lado, porque todos moriremos algún día, pero no fue tu culpa haberte ido demasiado pronto, sólo lee mis cartas desde allá que yo he empezado a odiar escribir desde que te fuiste. Siempre serás aquella chica especial, tan frágil desde pequeña, herida por quienes fingieron amarte, una chica con suerte, tan madura, capaz de gritar por su vida frente a todos los asesinos, frente a casi todos.
Si estabas siendo feliz esta mañana, ¿por qué una discusión estúpida te ha arrebatado la vida?, preguntas que le hago a las veladoras y a las fotografías que me quedan de ti, sin poder decirlo ni repetirlo hacia la niña que te conoció antes, porque los libros nos reunían, ahora arranco cada una de las hojas por cada vida en la que no pude salvarte, comprometida a amar al mundo, pero estas tierras siempre fueron un lugar arriesgado para caminar separadas, ¿qué se supone que haga ahora que tus mejillas se han borrado de las mías y mis sueños se han marchado después del último día en el que te vi?, jardines moribundos y pueblos poco memorables, pueblos moribundos y jardines poco memorables.
Doce años de prisión por cada día que pasaste casada con un hombre que te hacía sentir defectuosa, perdonaste mis miedos y el intenso deseo que tenía de volver a verte, porque aún recuerdo tu última mirada, el rayo de sol que opacaste cuando intentó mirarte.
Nadie ha conocido a una chica como tú por aquí, recordada por los buenos, extrañada por los nuevos, y tus cartas estarán escritas, guardadas junto a mí hasta el día en que pueda llevarlas a tu lado y leerlas frente a todos los que alguna vez cuidaste, sentada junto a aquellos que con tu nombre salvaste, porque tu nombre siempre ha sido Katherine, nadie jamás volverá a olvidarse de eso.
Retratos vacíos, listones rosados decorando el suelo, tu última mirada a la justicia antes de decidir conducir por tantas horas, bajo la lluvia, dentro de la niebla, hasta el minuto en que volviste a ver mis pecas pintadas y a mis rizos rebotando al correr, abrazando el recuerdo de la chica con la que crecí, en un pueblo que nos alejó, junto al hombre que llegó solo a casa, porque sus manos se han mantenido frías y tu sombra prometió no volver a pisar estas rosas, “se supone que tu vida no sería de esta manera”, sin despedidas, el amor me arrebató tu recuerdo, ahora agacho la mirada y derramo mis lágrimas sobre la laguna, tu vida fue tan corta como una película, empecé a odiar al perdón desde que te fuiste de aquí.
ESTÁS LEYENDO
ESTO PUDO HABER SIDO UN AUDIOLIBRO
PoesieEsto pudo haber sido un audiolibro, pero lo arruiné...