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ADISON

¿Había echo lo correcto? Tal vez si o tal vez no, no era lo importante ahora mismo, lo importante era que yo estaba irremediablemente enamorada de Aron.

Estábamos recostados en el sofá de la sala, las luces tenues creando un ambiente íntimo y relajado. Sentía la calidez de Aron junto a mí, su presencia era reconfortante, aunque también notaba la tensión en su cuerpo.

-¿Hace cuánto tiempo que no comes? -le pregunté, rompiendo el silencio que nos envolvía.

Aron se giró hacia mí, una sonrisa traviesa asomando en sus labios.

-¿Estás preocupada por mí, Adison? -dijo en tono burlón, sus ojos brillando con un destello de diversión.

Rodé los ojos, pero no pude evitar sonreír ante su respuesta.

-Claro que me preocupo, Aron. No puedes seguir así, necesitas comer -insistí, tratando de mantener un tono serio.

Aron soltó una risita, luego me tomó de la mano y se levantó del sofá, arrastrándome con él hacia la cocina.

-Vamos, te demostraré que puedo cuidar de mí mismo -dijo, sus dedos entrelazados con los míos, enviando un cálido cosquilleo a través de mi piel.

Al llegar a la cocina, Aron abrió la nevera y comenzó a revisar su contenido. Lo observé mientras sacaba ingredientes para hacer un bocadillo. Su concentración en una tarea tan mundana era casi enternecedora.

-¿Cómo te las arreglas siendo un licántropo? -pregunté de repente, mi curiosidad ganando la partida.

Aron levantó la mirada hacia mí mientras untaba mantequilla en el pan.

-¿Qué quieres saber exactamente? -preguntó, su tono aún ligero, pero con un matiz de interés genuino.

-Todo... -respondí, moviéndome un poco más cerca-. ¿La transformación duele? ¿Es difícil ser un Alfa?

Aron se detuvo por un momento, considerando mis preguntas. Luego continuó preparando su bocadillo mientras hablaba.

-La transformación... sí, duele. Es como si cada fibra de tu ser se quemara y se estirara al mismo tiempo. Pero te acostumbras, eventualmente. Es parte de lo que soy -dijo, su voz suave pero firme.

-Y ser un Alfa... -siguió, una sombra cruzando su rostro-. Es una responsabilidad enorme. No se trata solo de ser fuerte. Debes guiar, proteger, y a veces, tomar decisiones difíciles. Pero también hay momentos de orgullo, cuando ves a tu manada unida y prosperando.

Lo observé en silencio mientras terminaba de preparar su comida, sus palabras resonando en mi mente. Había tanto que no entendía, tanto que aún necesitaba aprender sobre su mundo.

-¿Nunca te sientes abrumado? -pregunté, mi voz apenas un susurro.

Aron me miró, sus ojos mostrando una mezcla de vulnerabilidad y determinación.

-A veces. Pero tenerte aquí hace que todo sea más soportable -dijo, su tono sincero mientras me ofrecía una pequeña sonrisa.

Tomé un bocado de su bocadillo, y luego se inclinó hacia mí, limpiando una miga de mi labio con su pulgar. Mi corazón dio un vuelco ante su gesto íntimo.

Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora