40-FINAL

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ADISON

Han pasado cinco años desde aquel día en el hospital, y nuestra vida ha cambiado de maneras que nunca podría haber imaginado. Estoy en la cocina, batiendo la masa para el pastel favorito de Ethan, nuestro hijo. El aroma dulce llena el aire, y una sonrisa se dibuja en mi rostro mientras escucho las risas provenientes del salón.

—¡Ethan! —llamo, limpiando las manos en el delantal—. Ven aquí, cariño. El pastel está casi listo.

Ethan aparece en la puerta, con su cabello desordenado y una gran sonrisa en su cara. Junto a él está Alex, el hijo de Lucy y Erol, que nació un año después de Ethan. Los dos son inseparables, como hermanos.

— ¿Podemos probar la masa? —pregunta Ethan, con los ojos brillando de emoción.

—Un poquito —digo, acercándoles el cuenco para que puedan probar—. Pero no demasiado, que después no queda para el pastel.

Aron entra en la cocina, con esa sonrisa pícara que siempre me hace derretir.

—Yo también quiero probar —dice, acercándose y tomando un dedo de la masa.

—¡Arón! —protesto, riendo—. Deja algo para el pastel.

—No puedo evitarlo, huele demasiado bien —responde, dándome un beso rápido en los labios.

En ese momento, Lyra entra en la cocina, sujetando su barriga prominente con una mano y sonriendo.

—Yo también quiero pastel —dice, sus ojos brillando de felicidad.

—Claro, Lira. Habrá suficiente para todos —respondo, sintiendo una ola de ternura hacia ella.

Lucy y Erol aparecen en la puerta, mirándose el uno al otro con esa complicidad que solo ellos tienen. Parece como si pudiera leerse la mente.

— ¿Qué tramáis vosotros dos? —pregunto, levantando una ceja.

—Nada, solo veníamos a ver cómo va todo ya llevarnos a estos dos pequeños trastos fuera —responde Lucy, guiñándome un ojo.

—Vamos, Alex —dice Erol, extendiendo la mano hacia su hijo—. Es hora de jugar un poco al aire libre.

Mientras todos se sientan en la mesa, Jack aparece por la puerta, sujetando un pollo con una gran sonrisa en su rostro.

—¡Traigo pollo! Puedo cocinarlo si queréis —dice, con los ojos llenos de entusiasmo.

—¡No, Jack! —responden todos al unísono, riendo.

—Está bien, está bien. Solo quería ayudar —dice, finciendo estar herido pero con una sonrisa en su rostro.

Después de comer, todos salen al jardín a jugar. Ethan y Alex corren por el césped, seguidos de cerca por Aron, Erol y Jack, que tratan de atraparlos en un juego de persecución. Lucy y Lyra se sientan en el porche, observando con sonrisas en sus rostros.

Me quedo en la puerta, observando a mi familia y amigos con el corazón lleno de gratitud. La vida no podría ser más perfecta.

Aron se acerca sigilosamente y me rodea con sus brazos, colocando sus manos sobre mi barriga, donde nuestra hija crece cada día.

— ¿Estás feliz? —me susurra al oído, su voz suave y amorosa.

—Más de lo que jamás podría haber imaginado —respondo, apoyándome contra él.

—Yo también —dice, besando mi cuello suavemente—. No puedo esperar a conocer a nuestra hija.

Nos quedamos allí, mirando cómo nuestros seres queridos disfrutan del día, sintiendo una paz profunda y una felicidad indescriptible. La manada ha crecido y evolucionado, pero el amor y el apoyo que nos tenemos unos a otros sigue siendo tan fuerte como siempre.

—¿Sabes? —digo, girándome para mirar a Aron a los ojos—. No importa lo que venga, mientras estemos juntos, podremos con todo.

—Tienes razón, Luna —responde, sus ojos reflejando el amor que siente—. Siempre estaremos juntos.

Y con esa promesa, miro al futuro con esperanza y alegría, sabiendo que nuestra familia y nuestra manada siempre estarán allí para apoyarnos y amarnos. La vida es un viaje maravilloso, y no podría estar más agradecida por cada momento de él.

Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora