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ADISON

Ha pasado una semana desde que salí del hospital, ya había recuperado mis fuerzas al cien por cien, por eso, me apeteció redecorar.

—No, un poco más a la derecha— le indiqué a Aron mientras colocaba un cuadro de un enorme lobo negro al lado de un retrato mío, regalo de la manada.

— Mi Luna, no es que no me guste esto de redecorar nuestra habitación, pero cada vez lo que muevo a la derecha me dices que lo haga a la izquierda y yo...— paró de hablar al ver como lo miraba.

— A la derecha si...porsupuesto— empezó a mover,el pobre maniobrando para que no se le cayera el enorme cuadro.

—¿Sabes qué? Mejor arrima más a la izq...— iba a decir pero Lucy irrumpió en la habitación alterada.

Miró a Aron y lo señaló con el dedo.

— Tú, fuera, necesito hablar con mi amiga— ordenó autoritaria.

— No me lo pidas dos veces— Aron salió corriendo de la habitación. Estaba segura de que ya no volvería.

Me centré en Lucy.

—¿Qué pasa? —pregunté curiosa.

Lucy giró su cabeza y me mostró su cuello, donde una marca de dos colmillos se veía reciente.

— Ah, por eso no te ví ayer, estabas adaptándote a la marca— deduje.

— Adison, lo oigo en mi cabeza, ¿me estoy volviendo loca?¿Loca de amor?— Empezó a bombardear pregunta tras otra.

Me llevé una mano a la cara,buscando paciencia.

—¿Erol no te ha explicado lo que pasa cuando  un lobo marca a su mate?— pregunté.

—No planeamos esto de la marca, nos dejamos llevar por la pasión y yo estaba demasiado centrada con su pene dentro de mí como para...— le tapé la boca.

— No necesito saber de vuestras actividades, gracias. Aver seré rápida Lucy— tomé aire— Cuando tu mate te marca, os convertís en uno, tus sentimientos ya no son solo tuyos, él siente cualquier cosa que tu sientas y viceversa, podéis hablar telepáticamente, eso se llama conexión.

Lucy me mira, con la boca abierta.

—¿ Osea que puedo criticar a la gente con mo novio sin abrir la boca?

Me reí por sus ocurrencias.

—Sí....es un buen uso de la conexión—murmuré pensativa.

Lucy no dijo nada más, salió de la habitación  como alma que lleva el diablo.

— Vaya par...— dije en la soledad de la habitación.

Miré a mi alrededor, las paredes recién pintadas de color blanco, un tocador al lado de la ventana con todos mis productos, la cama debajo del cuadro. La luz entraba a borbotones, todo quedaba perfecto.

Sentí unas manos alrededor de mi cintura, reconocí el olor de Aron, olía al bosque después de la lluvia.

— ¿Te he dicho ya lo sexy que estás hoy?— su aliento rozando en la marca, sabía que soy débil cuando interactúa con esa zona.

Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora