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ADISON

Mis muñecas me quemaban, adoloridas por las pesadas cadenas que me sujetaban contra la mesa.

Robert ha salido, diciendo que traerá algo que me va a envantar, escucho sus pasos, rebuscando entre trastos, lanzando y maldiciendo mientras intentas vislumbrar lo que desea.

En cuanto encuentre el momento adecuado, me clavaré lo primero que encuentre, seré rápida, una muerte indolora. Lo ideal.

Robert vuelve a entrar,saca una aguja con un líquido transparente en su interior. Mi corazón se aceleró aún más y la desesperación se transformó en puro terror.

—¿Qué es eso? —tartamudeé, mis ojos fijos en la aguja.

Robert rió, un sonido que helaba la sangre.

—Oh, esto. Nada, solo un poco de calmantes. Ya sabes, para que sea más fácil que no te resistas a mí cuando finalmente te haga mía.

El miedo se apoderó de mí completamente, y luché contra las cadenas con renovada desesperación, pero solo logré lastimarme más. Mis pensamientos se volvieron hacia Aron, esperando contra toda esperanza que llegara a tiempo pare salvarme de este infierno.

—¡No te acerques! —grité con todas mis fuerzas, mi voz resonando en la pequeña habitación.

Robert se detuvo por un momento, su risa resonando como un eco burlón.

—Grita todo lo que quieras, mi mariposa dijo, acercándose más—Nadie va a escucharte aquí.

—¡Aléjate! -seguí gritando, mi voz ahora desgarrada y desesperada. Las cadenas me cortaban la piel mientras me retorcía   la mesa, intentando en vano liberarme.

—¿Crees que alguien vendrá a salvarte, Adison? Estás completamente sola aquí conmigo.

Mis pensamientos se volvieron hacia Aron, mi único rayo de esperanza en esta pesadilla. Rogaba en silencio que él o alguien más llegara a tiempo para rescatarme de este horror. Sin embargo, mis súplicas parecían perderse en el vacío opresivo de la habitación.

El sonido de la puerta rechinando abrió un rayo de esperanza en mi corazón martirizado. Gritos y gruñidos llenaron el aire, mezclados con el sonido de una lucha desesperada. Alguien me cubrió con una manta con cuidado, sus palabras suaves y reconfortantes me llegaron como un bálsamo.

—Estoy aquí Adison—la voz era familiar, llena de amor y determinación.

Luego, el abismo de la inconsciencia me engulló, llevándome lejos de la pesadilla hacia un sueño oscuro y acogedor.

Mis ojos empiezan a abrirse, lentamente, me siento cansada y derrotada, empiezo a mirar a mi alrededor, y todas mis esperanzas se desvanecen.

Sigo en una cama, ya no estoy encadenada, es una camilla de hospital, a mi lado, hay varias maquinas, indican mi situación, mis latidos. Una bolsa que reconozco como suero cuelga al lado, sigo la vía hasta ver cómo se pierde en mi muñeca.

—Fue...fue un sueño...—las lágrimas empiezan a desbordar mis ojos, no logro recordar que hizo Robert, no sé dónde está, es el momento adecuado.

Vuelvo a ojear la habitación, hay dos grandes ventanas sobre mi cabeza, miro a mi derecha, hay un mueble blanco, con una caja encima.

Lentamente, me incorporo, me siento  mareada, llego a la caja y la abro, y lo que encuentro, me da tanta paz como miedo, un bisturí.

Lo sujeto en mis manos,lo miro como si pudiera darme algo más de lo que me ofrece, lo acerco a mi cuello.

— Solo hazlo Adison...—murmuro para mí misma, cierro mis ojos y...

—¡Adison!— una voz corta el aire, alejo el bisturí y me giro hacia de donde proviene la voz.

Aron está parado en la puerta, observándome.

—No eres real... esto no es...— empiezo a farfullar.

Aron se acerca,  una sonrisa se dibuja en su rostro.

—Estoy aquí mi Luna, soy real—susurra mientras me quita el bisturí de las manos, y me envuelve con sus brazos.

—Aron...— susurro, tocándolo, asegurándome de que esto es real, de que él está aquí.

—Siento haber tardado tanto mi amor— dijo me estrecahaba más en sus brazos.

Mi amor....

Las lágrimas empiezan a salir descontroladas,  me aferro a él como si fueran a quitármelo, él vino a por mi, me encontró.

Entonces un recuerdo golpea mi mente.

—Lusi... ella...—empiezo a hablar, pero el llando me paraliza.

—Lo sabemos, me he encargado de ella— murmura, con la voz tensa.

—Losiento Aron, yo....no sabía que...— cada palabra sale con dificultad.

—Shh.... estás conmigo ahora, descansa un poco, el suero aún no ha acabado, yo velaré tu sueño mi Luna— dice mientras acaricia mi pelo.

Mis ojos vuelven a sentirse pesados, dejo que me cargue en me tumbe sobre la cama, sintiéndome segura con él a mi lado.

—Te amo tanto...—fue lo último que oigo antes de sumirme en la oscuridad.

Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora