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ARON

Desde mi oficina, un espacio moderno con muebles elegantes, contemplo el bosque de Evermoor bajo la luz plateada de la Luna. Aquí, protegidos por una barrera mágica, nuestra manada Luna de Plata encuentra paz en un mundo hostil para los licántropos.

La puerta se abre, revelando a Erol, mi beta más cercano. Nuestros ojos se encuentran antes de que él cierre la puerta tras de sí.

-Aron, tengo novedades -anuncia Erol, apoyándose en la mesa de roble.

-Cuéntame -respondo, interesado en lo que ha descubierto sobre los rebeldes y nuestras defensas.

Erol detalla los movimientos de los rebeldes y posibles puntos débiles. Mis cejas se fruncen ligeramente, evaluando cada detalle.

-Entiendo. Necesitamos estar más vigilantes -comento, agradeciendo la meticulosidad de Erol.

¿Cuándo la encontraré, Aron? Mi lobo interior ruge con ansiedad.

Pronto, respondo en silencio, conteniendo la impaciencia que crece dentro de mí.

Erol observa mi expresión, percibiendo mi lucha interna.

-¿Cómo va la búsqueda de tu Luna, Aron? -pregunta con tacto.

Suspiro antes de responder.

-Continúa sin éxito, pero no tardará en llegar el momento -digo con determinación, aunque la necesidad de encontrarla es urgente.

-Lo sé, hermano. La encontrarás -dice Erol con una sonrisa de ánimo.

Nos despedimos con un apretón de manos firme y un asentimiento. Salgo de mi oficina y camino por los pasillos de nuestra casa, el corazón de la manada Luna de Plata. La familiaridad del lugar me reconforta, recordándome las raíces profundas que nos mantienen unidos.

Entro en la cocina y me encuentro con mi hermana menor, Lyra, y nuestra querida Nana, Lusi, que nos ha criado desde que perdimos a nuestros padres. La cocina es un espacio cálido y acogedor, con aromas deliciosos que llenan el aire. Lyra y Lusi hablan animadamente mientras preparan algo en la estufa.

-¡Aron! -exclama Lyra al verme, sus ojos brillando con alegría.

-Hola, hermanito -Lusi me saluda con una sonrisa, su voz suave y llena de cariño.

-Hola, chicas -les respondo con una sonrisa que no llega a mis ojos, sintiendo una ola de frustración-. ¿De qué hablaban?

-De la ceremonia de Luna del mes que viene -dice Lyra, sus ojos brillando con emoción-. Va a ser increíble este año.

-Sí, parece que toda la manada está emocionada -añade Lusi, mientras revuelve una olla en la estufa-. Será un momento muy especial para todos.

-Espero que así sea -digo en tono frío, aunque mi mente sigue preocupada por los recientes ataques y la búsqueda de mi Luna.

Lyra percibe mi cambio de humor y baja la mirada, apenada.

-Lo siento, Aron. No quería... sé que es difícil para ti -dice Lyra en voz baja-. La ceremonia es para los lobos jóvenes que buscan pareja o para los que ya la tienen y quieren disfrutar del espectáculo. No quise recordarte...

Sus palabras me golpean con más fuerza de la que esperaba. Miro a mi hermana, viendo la tristeza en sus ojos.

-Está bien, Lyra -respondo, suavizando un poco mi tono-. Entiendo tu emoción. Es solo que... es complicado.

No podemos esperar más. Debemos encontrarla. Mi lobo ruge de nuevo, su impaciencia resonando en mi interior.

Lo sé, le respondo en silencio, tratando de calmarlo. Haremos lo que sea necesario.

Mientras intento cambiar de tema, escucho a Lyra decirle a Lusi:

-Lusi, ¿me acompañarías a Glasgow a escoger un vestido? Los de Starling están tan anticuados...

Antes de que Lusi pueda responder, intervengo con firmeza.

-No irás a menos que yo te acompañe -digo, sin margen para la discusión.

Lyra se queja de inmediato, frunciendo el ceño.

-¡Aron, no soy una niña! Puedo ir sola con Lusi.

-Lo sé, pero los tiempos son peligrosos. No puedo arriesgarme a que algo te pase -respondo, mi voz fría pero llena de preocupación.

Lyra suspira, sabiendo que no hay forma de cambiar mi decisión.

-Está bien, Aron. Vendrás con nosotras -cede finalmente, su tono resignado.

-Saldremos mañana por la mañana temprano -digo, poniéndome de pie-. Voy a correr un rato.

Salgo por la puerta y me dirijo al exterior de la casa. La noche es oscura, solo iluminada por la luz de la Luna. Fuera, los guardias patrullan los límites de nuestro territorio. Al verme, se detienen y me saludan con respeto.

-Alfa -dicen, inclinando la cabeza.

Asiento en reconocimiento y continúo mi camino hacia el borde del bosque. Mi lobo ruge dentro de mí, ansioso por salir. Me detengo y cierro los ojos, permitiendo que la transformación comience.

La sensación es familiar, aunque siempre intensa. Mis huesos crujen y se alargan, mi piel se cubre de un espeso pelaje oscuro, y mis sentidos se agudizan. Mis manos y pies se transforman en garras poderosas. Finalmente, mi rostro se alarga en un hocico, mis dientes se vuelven afilados y mis ojos brillan con un verde intenso.

Libérame, Aron. Necesito correr.

Está bien, respondo, dando el control a mi lobo.

Con un rugido que resuena en la noche, me lanzo a correr, sintiendo la libertad y la fuerza de mi forma lupina. Los guardias me observan con respeto mientras me adentro en el bosque, dejándome llevar por la necesidad de escapar, aunque sea por un momento, de las frustraciones que me acechan.

Corro hacia las Cascadas de Luna Plateada, un lugar sagrado para nuestra manada. El sonido del agua cayendo y el brillo de la Luna reflejado en las aguas me han brindado consuelo en el pasado. Al llegar, me detengo al borde del agua, mi pelaje goteando por el rocío de la cascada.

¿Por qué no la hemos encontrado? Mi lobo ruge en mi mente, compartiendo mi frustración.

Levanto la cabeza y miro al cielo, las estrellas parpadeando en la oscuridad.

-Diosa Luna -empiezo, mi voz llena de desesperación y enfado-. ¿Por qué no la he encontrado? He buscado por casi cien años y aún estoy solo. Todos los demás han encontrado a sus parejas. ¿Qué he hecho mal?

Mi voz se quiebra y siento la desesperación crecer dentro de mí.

-¿Estoy destinado a estar solo? -grito al cielo, mi voz resonando en la noche-. He sido un líder leal y fuerte para mi manada. He protegido a mi familia y mi territorio. ¿Por qué me haces esperar tanto?

Las palabras se desvanecen en el aire nocturno, el rugido de la cascada como única respuesta. La frustración y la impotencia se mezclan en mi pecho, convirtiéndose en una ira ardiente.

-¡Dame una señal! -rujo, mis garras clavándose en el suelo junto a la cascada-. ¿Por qué debo soportar esto cuando los demás ya han encontrado a sus Lunas?

Ella llegará, me digo a mí mismo, intentando calmar mi mente y mi lobo, pero la incertidumbre y el enojo son demasiado fuertes.

Finalmente, bajo la cabeza, sintiendo el peso de la espera y la ira.

-Por favor, Luna -susurro con un último rastro de esperanza-. Dame una señal.

El silencio de la noche es mi única respuesta. Con un suspiro, me echo en el suelo junto a la cascada, permitiendo que el sonido del agua me arrulle mientras trato de encontrar paz en la incertidumbre y la ira.


Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora