26

21 1 0
                                    


ANÓNIMO

En el oscuro sótano, el aire pesaba como plomo mientras Robert se movía de un lado a otro, su mirada fija en el vacío, pero sus pensamientos llenos de furia contenida y sed de venganza.

—Ya hemos jugado suficiente. Quiero que ella pague por lo que me hizo —susurró Robert entre dientes, su voz temblorosa por la intensidad de sus emociones.

Desde las sombras, observé con paciencia mientras él expresaba su frustración. Sabía que este era el momento crítico, cuando su deseo de revancha amenazaba con desbordarse.

—Cállate, Robert —respondí con voz firme, cortando su diatriba con autoridad—. Aún no ha llegado el momento. Hay mucho más en juego.

Robert me miró con incredulidad, sus ojos destellando con un odio palpable hacia Adison.

—No tienes idea de lo que ella me hizo —insistió, su tono lleno de amargura y resentimiento.

—Lo sé mejor que nadie —contesté con calma, recordando los eventos que habían llevado hasta aquí—. Pero necesitamos ser estratégicos. No podemos cometer errores ahora.

Él gruñó nuevamente, pero su expresión mostraba una rendición momentánea a mi experiencia en estas cuestiones. Sabía que no podía permitirse ignorar mis consejos.

—Haz lo que tengas que hacer para asegurarte de que esté lista para mí. No quiero más demoras —pidió finalmente, su voz un susurro cargado de amenaza en el aire oscuro del sótano.

Asentí con seriedad, comprometiéndome a cumplir con mi misión con precisión y sin fallas. Cada movimiento debía ser calculado, cada decisión meticulosamente planeada para evitar cualquier contratiempo que pudiera arruinar nuestros planes meticulosamente trazados.

Mientras Robert se retiraba, dejándome en la penumbra, me sumergí en la tarea que se avecinaba. El tiempo se agotaba, y no podíamos permitirnos más errores. Esta vez, Adison no tendría escapatoria.

Promesas de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora