El omega de Jeon [Kookv]

XXIX

En la mente de Jungkook solo estaba la idea de que su madre fue la culpable del accidente de su pequeño castañito, aunque nada apuntaba a que fuera intencional. Los bomberos dijeron que fue un descuido por parte de Taehyung y el recepcionista del edificio le dijo que ese día nadie había entrado esa noche.

Todo era un revuelto en la vida de Jungkook. Confiaba en que la verdad saldría a la luz y que al final podría ser feliz junto a su omega y cachorro porque su corazón anhelaba saber que estaban bien y que serían una gran familia cuando pasara la tormenta.

Los días solían pasar más rápidos. Tenía más trabajo ahora y su tiempo de descanso era mucho más reducido, lo cual agradecía. Podía entretener a su mente para que dejara de pensar en el castaño omega de resplandecientes ojos grises. Cuanto lo extrañaba

Su madre cada vez era más intensa. Cada que lo llamaba era para presionarlo y recordarle que cada vez faltaba menos para el dichoso matrimonio e insistirle que pasara más tiempo con la señorita Park, justo como ahora que acababa de recibir un mensaje.

-Acabo de reservar un lujoso restaurante para que tengas una cena romántica con tu prometida esta noche. Asegúrate de tratarla bien, Jeon Jungkook-

Suspiró profundo para aliviar su notable frustración. Terminó aceptando con el único fin de obtener información. No era un secreto que la omega tenía una gran facilidad para obtener información.

Llegó al lugar de la reservación, donde fue guiado por uno de los meseros hacia la mesa donde estaba la rubia. Cuando llegó, observó la coqueta sonrisa en el rostro de la joven.

-Buenas noches, Jungkook -dijo mientras se levantaba extendiendo su mano hacia Jungkook para que la besara-

Arrogante, pensó Jungkook, pero si quería cumplir con su objetivo debería seguir con el juego.

-Buenas noches, señorita Park -besando el dorso de la pálida mano-

-Te ves tan bien con ese traje negro. Qué guapo esposo tendré. Definitivamente seré la envidia en la alta sociedad-

La incomodidad que recorrió a Jungkook no se podía describir. Optó por ignorar lo que dijo para tomar asiento y comenzar a ordenar.

La cena fue la más horrible que había tenido el magnate en toda su vida. La omega frente a él no perdía la oportunidad para tocar su brazo, tomar su mano y acariciar con círculos imaginarios su pecho. Vaya que esa mujer estaba desesperada. Realmente le estresaba; su Tae era el único que podía tocarlo así.

Al finalizar la cena, Jeon supo que era la hora.

-¿Le gustaría tomar una copa de vino en mi departamento, señorita? Allí podríamos charlar más a gusto.

-Estaría encantada, alfa-

Durante el camino, Jungkook estuvo callado y con su vista fija en el camino. No le interesaba en lo más mínimo quién iba en el asiento del copiloto.

Al llegar, Jungkook le pidió que se sentara y se pusiera cómoda mientras él sacaba una cara botella de vino y dos copas de vidrio.

Él solo fingía que tomaba del rojizo líquido, mientras que la omega ya había bebido más de cuatro copas.

-Dime, ¿disfrutas la velada?-

-Por supuesto -respondió como pudo; ni siquiera era consciente del todo-

-Mi madre sabía del embarazo de Taehyung, ¿sabes cómo?-

-Mmm... el médico que lo revisó la llamó para avisarle del estado del omega -hipó la rubia.

-¿Sabes qué sucedió la noche del accidente?-

La omega rió antes de hablar-. Fue divertido. La señora Jeon le pagó al recepcionista para que dejara entrar al departamento a uno de sus hombres que abrió el gas para que hubiera una fuga y se ocasionara un incendio para acabar con la vida de ese estúpido omega. Debiste verlo-

Jeon solo pudo tragar sus lágrimas para tomar su celular y llamar a uno de sus trabajadores.

-Quiero que vengan por la señorita Park y la lleven a su edificio-

Dejó a la mujer borracha en el sofá y salió del penthouse.

Había perdido a lo único que amaba y su madre había sido la culpable. La odiaba. Dejaría que siguiera con su juego, pero él vengaría a sus dos ángeles.

El bar estaba lleno, pero logró encontrar un rincón oscuro donde podía beber sin ser molestado.

Con cada trago, los recuerdos del accidente y las palabras de la omega rubia resonaban en su mente. Recordaba la risa cruel de su madre y el rostro inocente de Taehyung. La combinación de alcohol y dolor le llevó a una decisión definitiva.

-Voy a destruirla -murmuró para sí mismo, con los ojos llenos de lágrimas y la voz rota por la ira-. Voy a hundir a mi madre y hacerle pagar por todo lo que ha hecho.

Poco a poco, la resolución se fue fortaleciendo en su mente. No importaba cuánto le costara, vengaría la muerte de su amado Taehyung y protegería la memoria de su pequeño. Sabía que necesitaría un plan y mucha paciencia, pero estaba dispuesto a hacerlo.

-Lo haré por ti, Taehyung -susurró al cielo nocturno-. Prometo que te vengaré y que al final, podremos ser una familia feliz.