35. Un poco de calma

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A la mañana siguiente Yoongi se despertó sintiendo el lado de la cama de Jimin vacío, palpó con la palma de su mano comprobando que realmente su novio no estaba junto a él

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A la mañana siguiente Yoongi se despertó sintiendo el lado de la cama de Jimin vacío, palpó con la palma de su mano comprobando que realmente su novio no estaba junto a él.

Permanecía dentro del cuarto el olor del perfume de Jimin, un aroma que le brindaba calma. Era dulce pero no lo suficiente para empalagar, con matices a Jazmin y caramelo. Algo que realmente le encantaba del rubio, que siempre lo engatusaba con ese aroma.

Se levantó colocándose solo un boxer para tapar su desnudez e ir en busca de su muñeco, caminó a pasos lentos hasta la cocina donde provenía un ruido de cosas moviéndose. Seguramente el rubio se habría levantado a cocinar.

—Hola Yoonie —Se quedó tieso a pasos del cuerpo del menor sorprendiéndose de que le haya escuchado, sin responderle le abrazó por la espalda colocando su rostro en el hombro de Jimin. Quien sonrió cuando los labios del mayor se posaron sobre su cuello. Específicamente en las marcas notorias que había dejado en su piel el día anterior.

—Deberías evitar que te deje lleno de estas marcas, muñeco. Me estas encaprichando demasiado y ya no querré salir de aquí.

—Sabes que te encanta que todos vean que estoy tomado por ti, Yoonie—Su pecho se infló y una sonrisa aniñada se posó en su rostro.

A veces se sentía como un total cavernícola por hacer esas cosas, mas a su edad. No era un crío, pero se sentía como uno. En ninguna de sus anteriores relaciones había marcado de esa forma a sus parejas, lo encontraba vulgar.

Pero todo con Jimin era distinto, sus celos, su posesividad e incluso la forma infantil en la que se comportaba cuando estaba enojado con el rubio. Por primera vez se sentía vivo, después de años de fracasos en el "amor" el rubio llegó para cambiarlo todo.

—Sí, amo como quedan en ti mis mordidas —Con sus labios succionó la piel del hombro donde volvió a dejar una de sus marcas, rojiza que luego se tornaría morada.

—El desayuno Yoonie, no—Susurró el rubio mientras las manos traviesas del mayor se adentraban bajo la polera larga que llevaba, manos que terminaron por posarse en el pequeño vientre de su novio acariciando donde se encontraba su futuro bebé.

—Mmm, hueles bien y también lo que cocinas.

—¿Si? Hice huevos con tocino, y la cafetera esta lista para que tomes tu café. ¿Hoy irás al trabajo? Llevas días faltando—Preguntó mientras apagaba la cocina y se giraba.

—No, mañana viajaremos, recuerda. Jungkook buscará un reemplazo mientras estamos donde mi abuelo, quiere conocerte y dijo que tiene un sorpresa para ambos—El rubio saltó de emoción, amaba las sorpresas, realmente quería ir.

—¡Bien! Vamos a la mesa llevaré las cosas.

—No, ve a sentarte yo las llevaré.

Jimin antes de ir a la mesa recorrió el cuerpo de su amante mientras mordía su labio, los brazos pálidos con músculos marcados, su estómago plano sin marcas que siempre admiraba cuando lo tenía entre sus piernas, era delgado pero no demasiado. Esa espalda ancha llena de rasguños que había dejado con anterioridad y uno que otro chupón en las clavículas blancas.

¿No que muy hetero? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora