Los sonidos que se escuchaban en el living del departamento eran grotescos, los labios de Jimin estaban envolviendo el pene de Yoongi intentando a toda costa tomar el largo de la extensión del mayor quien disfrutaba de tener al rubiecito sonrojado y con los ojos llenos de lagrimas por su culpa, regocijado de penetrar esos gordos labios y llegar hasta el fondo con la punta de su polla golpeando la garganta del más bajo.
Jimin lloraba, lloraba mientras le practicaba un oral. Lloraba de placer de tener al fin el falo grande, largo y gordo de su hyung, llevaba tanto tiempo queriendo engullir ese pedazo de carne que se marcaba en el pantalón del azabache que en esos momentos lo sentía como un sueño. Era caliente y venoso, su garganta ardía por culpa de las embestidas, la parte del hueso de la mandíbula dolía pero ¿qué podía decir? Si su boca estaba tapada siendo follada y sus manos amarradas tras su espalda con el cinturón de Min. Quien le tenía sostenido de sus cabellos tirando de ellos con fuerza para mover su cabeza al compás de las penetraciones.
—Eso muñeco, cómete mi polla.
El gemido que soltó quedó perdido entre la felación, sus labios se veían rojos e hinchados por el trabajo que llevaba a cabo, poco le importaba realmente a Yoongi si Jimin podía respirar o no, se veía bastante entretenido comiéndose el pene que estaba a punto de explotar. Entrando, saliendo, golpeando una y otra vez el final de su garganta hasta que la semilla del mayor fue liberada impactando y llenando por completo su cavidad bucal.
—Trágalo todo, no creo que quieras volver a recordar lo que le hice a tu trasero el otro día.
Tragó como pudo el semen viscoso sintiendo un poco de asco ante el sabor insípido de la esencia, era bastante desagradable pero no le quedaba de otra, le dolía mucho aún su mejilla trasero luego de los correazos del otro día, no estaba dispuesto a sufrir otros correazos ni por Yoongi.
—L-Listo hyung, me lo comí todo.— Abrió la boca para acreditar lo que decía, Yoongi sonrió ante su obediencia. Era un buen niño, un poco se entrenamiento y se convertiría en un buen juguete.
—¿Te corriste, muñeco?.— Lo hizo, nuevamente lo hizo, sin pedir permiso se liberó cuando la viscosidad del mayor tocó su garganta, le maravilló lograr que el mayor llegara al orgasmo así que su cuerpo reaccionó sin permiso provocando que se corriera.
—Lo...siento hyung, me corrí en mi ropa interior.— Inquieto se removía temiendo que fuera nuevamente castigado.
—Está bien, muñeco. Por esta vez te premiaré, ¿quieres algo?.— El brillo que se instaló en sus ojos fue inmediato, subió pidiendo permiso al regazo del mayor y mirándolo a la cara habló.
—Quiero un beso, por favor, n-nunca me ha besado.— La respuesta descolocó al azabache, ¿un beso? Habría jurado que le pediría un regalo, ropa, comida, cosas para él, o incluso una tarjeta de crédito. ¿Pero un beso? No podía besarlo, no estaba dentro de sus condiciones con los juguetes que tenía.
—Lo siento Jimin, no puedo besarte. No beso a gente que no es nada mío, ¿quieres otra cosa?.
"No beso a gente que no es nada mío" "gente que no es nada mío" "no eres nada" Su corazón dolió, sentía que dentro de su pecho algo se quebraba, cuando volvía la ilusión de que Yoongi estaba notando a alguien como él, éste se encargaba de reventar su burbuja con crueles palabras, ¿realmente no vale la pena?.
—Dijo que cuando me calmara me llevaría a mi departamento, ¿Ya podemos ir?.—En alguna parte de su cabeza existía algo que le decía constantemente que él nunca se fijaría en su persona, llevaba mucho tiempo tratando de llamar la atención de Yoongi sin éxito alguno, estaba enamorado, pero eso no significaba perderse a sí mismo. Suficiente maltrato con su padre para ser dañado emocionalmente, por suerte, gracias a su trabajo de modelo pudo costearse un pequeño departamento para vivir solo y tranquilo.
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¿No que muy hetero?
Hayran KurguJeon Jungkook un Ceo importante en Corea del Sur de una de las mas grandes empresas de música junto a sus dos amigos Min Yoongi y Kim Namjoon. Conocido por ser uno de los hombres más codiciados por mujeres y hombres, lástima que su gusto se limitar...