Yoongi llevaba un buen rato fuera del departamento que compartía con su futuro esposo, llamaba el nombre de su muñeco de porcelana una y otra vez mientras le explicaba que lo que había dicho Jeon era mentira, sus huesos se congelaban por el frío. Suspirando se rindió a continuar la lucha y aceptando su destino decidió irse a su departamento de soltero esperando que su lindo prometido se calmase o eso habría hecho hasta que el sonido de la puerta siendo abierta y mostrando a un pequeño Jimin con ojos vidriosos saliera a su encuentro.
—¡Te extrañé! Debiste entrar igual—grito mientras envolvía con sus brazos el cuerpo helado de su pareja.
—Caramelito, no tenía llave para sacar el seguro de la puerta—Susurró sobre la cabeza del mas bajito.
—Si tenias, recuerda que están bajo la alfombra de bienvenida. Ya no estoy enojado, pídeme perdón—Yoongi desencajado volvió a soltar un suspiro, no sabía que clase de karma estaba pagando, pero realmente debe haber llevado una mala vida para que le tocaran ese tipo de berrinches. A su edad, sentía que las cenas comenzarían a salir dentro de poco.
—Lo siento cariño, todo lo que dijo Jeon es mentira. Te pedí matrimonio porque te amo demasiado y deseo pasar el resto de mi vida contigo.
Ambos entraron a su casa hogar, el pálido se estremeció al sentir como el departamento lo rodeaba con ese calor que brindaba la calefacción, incluso agradecía por primera vez que a Jimin le gustase una temperatura más alta que a él. Se dejó guiar por el menor hasta la mesa donde descansaba un plato de caldo bastante apetecible, últimamente a su prometido se le había metido en cabeza aprender bien a cocinar y realmente lo había logrado, disfrutaba de las comidas que éste le tenía cada vez que llegaba del trabajo. Incluso los días que ambos estaban ocupados, Jimin le preparaba la comida el día anterior y la llevaba a la empresa para almorzar juntos en sus ratos libres de la universidad, era un buen novio y un buen futuro esposo.
—Corazón, gracias por esto. ¿Tú no comeras?— Preguntó mientras tomaba asiento dispuesto a devorar su comida.
—No Yoonie, no me he sentido bien del estomago últimamente. Siento un leve dolor que ha estado incomodado, deben ser los nervios por la vuelta de los exámenes—El pálido lo miraba atento y preocupado por la reciente información, esperando que no fuera algo grave.
—Iremos a médico mañana a primera hora, avisare a los chicos que no asistiré a la reunión—Jimin negó con su cabeza esperando que este entendiera que no era para tanto—Bien pero si vuelves a sentir dolores peores iremos, ¿quedo claro?
—Sí Yoonie, quedo claro.
Así fueron pasando los días, habían noches en las que Jimin se levanta a al baño cautelosamente evitando despertar a Yoongi, lo había logrado ya que el mayor llegaba exhausto de las juntas. Se excusaba de comer diciéndole que ya lo había hecho con anterioridad cuando realmente llevaba días probando un poco de comida y privandose de esta al punto de comenzar a verse más delgado.
Claro que el mayor lo notaba, pero estaba que Jimin tuviera la confianza suficiente para decirle. Así habían pasado dos semanas en las cuales Jimin Continuaba vomitando e ingiriendo poco nutrientes llegando a verse agotado y sin fuerzas. Pasandole la cuenta, provocando que muchas veces los mareos lo llevaban a perder el conocimiento, aún en la universidad, cosa que no pasó desapercibido por el resto y menos por Yoongi.
—Suficiente, iremos a médico —La voz gruesa del pálido lo interrumpió—Llevo días esperando que acudas a mi en ayuda, que me digas qué sucede y no lo haz hecho.
—¿De qué hablas? Estoy bien Yoonie, no sucede nada—Jimin intentaba calmar la situación, se encontraban en una junta celebrando los 4 meses de embarazo de Taehyung e incluso aprovechando de ver a los gemelos de Namjoon, un ambiente grato o eso era hasta que Yoongi habló.
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¿No que muy hetero?
Fiksi PenggemarJeon Jungkook un Ceo importante en Corea del Sur de una de las mas grandes empresas de música junto a sus dos amigos Min Yoongi y Kim Namjoon. Conocido por ser uno de los hombres más codiciados por mujeres y hombres, lástima que su gusto se limitar...