47: UN BOOM EDITORAL

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Las cosas nunca iban como yo quería que fueran.

Desde que había llegado a La Reserva me había seguido una especie de karma negativo, o magia vudú, o una mala sombra, que se dedicaba solo a joderme, una y otra y otra vez. Era como Jungkook: daba igual en qué dirección corriera, porque parecía que solo daba círculos hasta volver de nuevo a su lado. Al punto de inicio.

No había otra explicación para que, casualmente, justo ese día, Banny hubiera decidido visitar a su hermana en Pozo de Noche antes de viajar a Vallealto a pasar los último días del celo con Cabal, su alfa-caballo.

Bueno, sí había una explicación, solo que a mí me jodía demasiado la coincidencia como para no echar la culpa al puto cosmos.

—Estoy pensando en darle la cuenta a Cabal —dijo Banny, todavía demasiado sorprendida como para recuperar su tono de voz normal, o dejar de mirarnos a Jungkook y a mí intermitentemente. Quizá esperando a despertarse de un sueño o a que algunos de los dos confesara que su cuenta era solo una broma pesada—. Llevamos juntos cuatro celos seguidos y creo que ha llegado el momento… —continuó—. Vine a pedirle consejo a Bonny. Es la única de los tres que ya tiene alfa.

—Oh, qué bien —sonrió Jungkook —. Seguro que le haces muy feliz.

Ladeé el rostro en su dirección, pero no supe ni qué decirle. Éramos cinco en la mesa y él era el único que parecía completamente normal y absurdamente ajeno al hecho de que hubiera aparecido de la nada, con una barba espesa y una cuenta.

—Siempre nos hace felices recibir la cuenta —asintió Rono, el enorme alfa-rinoceronte sentado al lado de Bonny.

Al igual que Jungkook, también tenía una espesa barba negra decorada con cuentas y olía intensamente a su omega, una de las dos preciosas conejitas del Playboy sentadas frente a nosotros.—Muy felices —le apoyó el salvaje con una enorme sonrisa de grandes colmillos—. Pero ten cuidado, porque va a entrar en celo y quizá sea demasiado pasar dos seguidos —añadió,guiñándole el ojo a Rono, como si se tratara de alguna broma privada entre alfas emparejados.

Por desgracia, Rono se rio y le devolvió un gesto afirmativo. —Uff, el celo de la primera cuenta es increíble —aseguró.
—Oh, sí… —respondió Jungkook, muy seguro de sus palabras—. Me follé tanto y tan duro a Jimin que tuve miedo de dejarle preñado, incluso con la poción. Rono se rio y golpeó la mesa con su enorme mano.

—A todos nos pasa lo mismo, pero bueno, ahora no es como si tuviéramos que tener cuidado… —y arqueó las cejas, sonriendo e inclinando su cabeza de enorme cuerno en dirección a Bonny, con un evidente y abultado embarazo.
—¿Habéis pensado ya en tener crías? nos preguntó ella.

—Hemos hablado de ello —respondió Jungkook —, pero por ahora vamos a esperar. Aún tenemos que reorganizar nuestro territorio y asentarnos. Además, Jimin quiere seguir con su trabajo de cartero del Pinar.—Oh… —murmuró ella mientras se acariciaba lo alto de la barriga—. Supongo que será diferente con salvajes —me miró.

—Sí, muy diferente —murmuré, casi obligándome a decir algo y no quedarme allí sentado viendo aquello suceder frente a mis ojos—. Llevamos muy poco emparejados. Poquísimo. Fue muy repentino. Casi se diría que no es…

Jungkook pasó una mano por mis hombros y me pegó a él. No dejó de sonreír, pero sus garras se me clavaron ligeramente en la piel a forma de advertencia.

—Culpa mía, la verdad —dijo—. Jimin y yo llevábamos un tiempo bromeando sobre el tema, tuvimos nuestros más y nuestros menos. Nos separamos, volvimos, discutimos… pero no fue hasta hace poco que nos dejamos de tonterías y nos lo tomamos en serio. Ya era estúpido seguir alargándolo cuando ambos sabíamos que estamos hechos el uno para el otro.

La Reserva♡Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora