"Sigo sin entender, ¿Qué se supone que deba hacer en la noche de bodas?" preguntó Naerys, con una expresión de genuina confusión, sus grandes ojos violetas reflejaban la inquietud que la había invadido hace días.
La joven princesa se encontraba sentada en el borde de su cama, preparandose para dormir.
Cassia, se sonrojó intensamente, sus mejillas adquiriendo un tono rosado. No sabía cómo abordar un tema tan delicado y, en su mente, rogaba por la presencia de la princesa Rhaenyra, quien sabría exactamente qué decir para calmar las inquietudes de su hija. Cassia se sintió momentáneamente abrumada por la tarea de tranquilizar a Naerys.
"Princesa, solo debe hacer lo que su esposo le diga, eso es lo importante," respondió finalmente Cassia, tratando de mantener la voz tranquilizadora mientras cepillaba el largo cabello plateado de Naerys con movimientos suaves y rítmicos. "Quiero creer que el príncipe Aemond puede... guiarla," añadió, aunque en su corazón sabía que la relación entre Naerys y Aemond era compleja.
Naerys miró a Cassia con temor en sus ojos. "¿Te quedarás conmigo? No quiero quedarme completamente sola aquí," admitió en un susurro, su voz temblando ligeramente.
Cassia sonrió con ternura, apretando ligeramente el hombro de Naerys en un gesto de apoyo. "Lo haré, princesa. Ya me lo ha autorizado el príncipe Daemon. No la dejaré aquí," aseguró mientras comenzaba a trenzar el cabello de Naerys.
Naerys permaneció inmóvil, dejando que Cassia trabajara en su peinado, sus pensamientos llenos de dudas y miedos. "Tengo miedo," confesó finalmente, su voz apenas un susurro en la silenciosa habitación. "Quiero creer que podré conocer a Aemond y darme cuenta de que aún sigue siendo como cuando éramos niños, pero él... ¿Crees que sea tonta al creer que podemos llevar en paz mi matrimonio?"
Cassia hizo una pausa, sus manos aún trabajando en la trenza. "No lo es, princesa. Simplemente quiere estar tranquila y creo que lo puede conseguir. Si el príncipe ve su interés, seguramente cambiará su actitud," animó Cassia con suavidad.
Naerys suspiró de nuevo, su mente llenándose de recuerdos de su infancia con Aemond. "He intentado acercarme a él, pero es tan diferente cuando están todos los demás. A veces, quisiera que nunca hubiera pasado la pelea que nos separó," susurró Naerys, su voz llena de tristeza.
El sonido de unos nudillos golpeando la puerta interrumpió el momento, haciendo que Cassia apenas tuviera tiempo de terminar la trenza que había tejido con tanto cuidado. Ambas mujeres levantaron la vista hacia la puerta.
"Nae, soy Lucerys," llamó su hermano menor desde el otro lado de la puerta.
"Adelante," dijo Naerys, enderezándose y observando cómo Cassia comenzaba a preparar su cama para dormir. "Creí que ya estarías con Jacaerys. Sabes que a mamá no le gusta que andes merodeando en este castillo a estas horas."
Lucerys empujó la puerta y entró con paso inseguro, su rostro reflejando la seriedad que rara vez se veía en él. "Sí, lo siento. Solo que creí que sería bueno venir a hablar contigo. A partir de mañana ya no se te permitirá volver con nosotros y no creo que nos veamos lo suficiente," añadió, sentándose en la silla junto al tocador de su hermana. La habitación estaba iluminada por la tenue luz de las velas, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra.
Naerys lo miró con ternura, su corazón apretándose ante la perspectiva de su separación . "Puees venir cuando quieras, Luce. El que me case no significa que me alejaré de mis hermanos," dijo con una sonrisa cálida, intentando disipar las preocupaciones de su hermano.
"Claro, pero hablamos de que tu esposo es Aemond, persona a la cual hace años le quité un ojo. Muy casual la situación," respondió Lucerys con sarcasmo, aunque por dentro estaba visiblemente nervioso. La tensión entre él y Aemond era más que visible.
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𝐍𝐚𝐞𝐫𝐲𝐬 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 | 𝐀𝐓
Fiksi PenggemarLa inocencia de Naerys la convierte en la joya más preciada de Rhaenyra, quien, a pesar de su deseo de forjar hijos fuertes, no puede evitar proteger a su pequeña de los peligros del mundo. Envolviendo a Naerys en un manto de amor, Rhaenyra intenta...