La luz que entraba por las ventanillas de la habitación bañaba el rostro de Naerys con un resplandor dorado, haciendo que sus párpados parpadearan mientras luchaba por despertar. Se removió en la cama, estirando su mano con la esperanza de sentir la calidez de Aemond a su lado, un anhelo que quedó insatisfecho cuando no encontró más que sábanas vacías. La pequeña sonrisa que había comenzado a formarse en sus labios desapareció al abrir los ojos y encontrarse sola.
Suspiró con pesadez y se levantó de la cama con lentitud, sintiendo una incomodidad persistente en la entrepierna. Se movió con gracia por la habitación, buscando su fino vestido para cubrir su desnudez. Mientras se vestía, sus ojos se dirigieron a las ventanillas, observando cómo la gente del castillo pasaba de un lado a otro, ocupados en sus labores diarias. Bajó la mirada cuando un pequeño dolor en sus caderas la hizo detenerse. Al examinarse, notó las marcas de las manos de Aemond, un recuerdo de la noche anterior. Con un suspiro, simplemente se cubrió y se dirigió hacia la ventana.
"¿Princesa?" La voz de Cassia la hizo voltear.
"Adelante," dijo Naerys, mirando a su leal sirvienta entrar. "¿Dónde está Aemond? Creí que estaría aquí."
"El príncipe Aemond salió temprano. Por lo que me dijeron, siempre sale a entrenar a primera hora," respondió Cassia, haciendo que Naerys asintiera.
Naerys observó a Cassia detenidamente y percibió que algo no andaba bien. La sirvienta sostenía un frasco en sus manos, un objeto desconocido para Naerys, que despertó su curiosidad. Cassia evitaba la mirada directa, como si estuviera nerviosa o apenada por algo.
"¿Qué pasa?" preguntó Naerys, su voz cargada de confusión.
"El príncipe Aemond ordenó preparar el té de luna, princesa," respondió Cassia, sus palabras apenas un susurro. La mirada de Naerys se oscureció por la incomprensión, pues no sabía las funciones de dicho té. Cassia, notando la confusión en el rostro de Naerys, añadió con voz temblorosa: "El príncipe quiere evitar procrear vidas en este momento."
"¿Qué?" exclamó Naerys, acercándose a Cassia con un destello de urgencia en sus ojos.
"No quiere hijos por el momento, princesa," susurró Cassia, bajando la mirada en señal de respeto y tristeza. "Me han ordenado que se tome el té."
Naerys la miró incrédula y luego fijó la vista en la taza de té que Cassia sostenía con manos. En ese instante, comprendió que Aemond no tenía intención de formar una familia con ella por el momento. La noticia fue un golpe inesperado, pero la joven princesa no dejó que la sorpresa se reflejara en su rostro. Sin protestar, simplemente tomó la taza de té de manos de Cassia y bebió lentamente, dejando que el líquido amargo recorriera su garganta. Luego, se alejó de Cassia para sentarse en la pequeña sala de la habitación, su mente sumida en pensamientos conflictivos.
"¿Ya tengo habitación asignada?" preguntó Naerys desde su asiento. "Helaena dijo que no es normal dormir con mi esposo y no creo que Aemond quiera verme cuando regrese de su entrenamiento."
"Sí, princesa," respondió Cassia con un tono de voz suave. "Solo que... bueno, no se preocupe, debe arreglarse para despedir a su familia. Hoy regresan a Rocadragón."
Naerys asintió lentamente, sumida en sus pensamientos, mientras un silencio incómodo llenaba la habitación. Por su parte, Cassia la miró con tristeza, deseando poder hacer más por su joven señora. No había querido decirle que las demás sirvientas se habían negado a preparar la habitación de Naerys. La reina Alicent había decretado que Cassia, siendo la sirvienta personal de Naerys, debía encargarse de todas sus necesidades, pues las demás ya tenían asignadas tareas específicas y no podían ocuparse de ella. Así que Cassia decidió omitir esos detalles para no preocupar más a la princesa y prefirió comunicarle directamente a Daemon la situación.

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𝐍𝐚𝐞𝐫𝐲𝐬 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧 | 𝐀𝐓
Fiksi PenggemarLa inocencia de Naerys la convierte en la joya más preciada de Rhaenyra, quien, a pesar de su deseo de forjar hijos fuertes, no puede evitar proteger a su pequeña de los peligros del mundo. Envolviendo a Naerys en un manto de amor, Rhaenyra intenta...