𝟏𝟓

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Naerys se encontraba en la oscuridad de su habitación, a pesar de que ya era de día. Las oscuras cortinas no permitían pasar los rayos de luz del sol, sumiendo el cuarto en una penumbra inquietante. Solo una vela permanecía encendida en la orilla de la habitación, lanzando sombras temblorosas contra las paredes de piedra. Naerys estaba sentada en el borde de su cama, con la mirada clavada en la nada, mientras las lágrimas seguían cayendo, reflejando el dolor de lo ocurrido la noche anterior. 

Sus ojos violetas, hinchados y completamente rojos, eran un testimonio silencioso de su sufrimiento. El temblor que había comenzado la mañana anterior persistía, y su cuerpo cansado se estremecía bajo las mantas que apenas lograban brindarle consuelo. Cada movimiento le recordaba el golpe que se había dado al caer al suelo, un dolor punzante que parecía haberse arraigado en sus huesos.

La puerta se abrió lentamente, y Cassia entró en la habitación con una expresión de preocupación. "Princesa Naerys, la reina ha ordenado que baje a desayunar," dijo, acercándose de inmediato. Su voz era suave, intentando no alterar más el frágil estado de Naerys. "No se preocupe, le diré que no está a disposición y llamaré al maestre."

"No," la detuvo Naerys, levantándose con esfuerzo. "Iré."

"Princesa, no es buena idea," dijo ahora Seris, que entraba junto a Eira, las dos igualmente preocupadas.

"La reina quiere mi presencia y la tendrá," dijo Naerys con la voz entrecortada por el llanto que había dominado su noche. La determinación en sus palabras contrastaba con su frágil estado físico. Se enderezó, obligando a sus piernas temblorosas a sostenerla.

Cassia, aunque claramente reacia a cumplir la orden, había comenzado a ayudarla a vestirse. Con movimientos lentos y delicados, acomodaba el vestido sobre el cuerpo tembloroso de Naerys. Era una tarea que Cassia había aceptado solo porque era una orden directa, a pesar de que su expresión reflejaba el pesar y la resistencia interna.

"Princesa," llamó Eira con una nota de desesperación en su voz, "el vestido ya no..."

"Ajusta todo, no importa nada," ordenó Naerys, apoyándose en el mueble cercano para sostenerse. Su cuerpo seguía temblando con cada respiración, y el dolor que sentía en su vientre era evidente. "No importa nada, solo... haz que cierre."

A pesar de los esfuerzos de las sirvientas, el vestido no parecía ajustarse completamente, pero finalmente Naerys quedó lista. Descendió con lentitud por las escaleras, tocándose el vientre con un gesto involuntario mientras trataba de controlar el dolor que la acompañaba. Cada paso parecía un desafío monumental, y el sudor frío perlaba su frente mientras trataba de mantener la compostura. Respiró profundamente, intentando prepararse para lo que la esperaba en el comedor.

Al entrar en la sala, los ojos de Alicent se abrieron con sorpresa al ver a Naerys en tal estado. La reina no pudo evitar una reacción de sorpresa y preocupación al observar el aspecto cansado y demacrado de la princesa. Alicent se mordió el labio, consciente de que la condición de Naerys era claramente mala, y su preocupación se hizo evidente, aunque intentó mantener una fachada de indiferencia.

Aemond, la asistió para que se sentara en su lugar. Sin embargo, Naerys no le dirigió la mirada, su enfoque estaba más en mantener su propio equilibrio emocional que en las interacciones a su alrededor. Helaena, a su vez, lanzaba miradas de vez en cuando hacia Naerys, su expresión reflejando preocupación. Aegon, por su parte, se quedó en silencio, evitando cualquier comentario y manteniéndose apartado mientras comía.

Naerys miró el platillo frente a ella y no pudo evitar cerrar los ojos al percibir el fuerte aroma a canela que emanaba de él. El olor era tan intenso que la hizo sentirse mareada, y el sudor en su cuerpo se convirtió en un frío incómodo. Su mente estaba demasiado abrumada por la presión y el malestar como para concentrarse en comer. Su única intención era hacer acto de presencia y retirarse lo antes posible, pero la comida parecía estirarse interminablemente ante sus ojos.

𝐍𝐚𝐞𝐫𝐲𝐬 𝐓𝐚𝐫𝐠𝐚𝐫𝐲𝐞𝐧  | 𝐀𝐓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora