Al día siguiente, Erika se despertó temprano con una sensación de emoción y nerviosismo. Sabía que hoy sería un día crucial para Daniel y estaba decidida a hacerlo lo más especial posible. Después de desayunar, se dirigió a la habitación de Daniel, encontrándolo ya despierto y ansioso por el día que les esperaba.
—Buenos días, Daniel. ¿Listo para nuestra aventura de compras? —preguntó Erika con una sonrisa.
—¡Sí, estoy listo! —respondió Daniel con entusiasmo, sus ojos brillando de anticipación.
Después de un breve trayecto en auto, llegaron a un centro comercial que Erika sabía que tenía una gran selección de ropa femenina. Al entrar en la tienda, Daniel se sintió abrumado por la variedad de colores y estilos, pero Erika lo guio pacientemente a través de los estantes.
—Vamos a buscar algunas faldas y vestidos que te queden bien —dijo Erika, tomando la mano de Daniel y llevándolo a la sección adecuada.
Pasaron un tiempo considerable probando diferentes estilos y tamaños, riéndose juntos y disfrutando del proceso. Erika se aseguró de que Daniel se sintiera cómodo y seguro en cada elección que hacía.
—Este vestido te queda perfecto —dijo Erika, admirando cómo un vestido azul claro resaltaba la tez de Daniel.
—Me encanta —respondió él, girando frente al espejo para ver cómo caía la tela a su alrededor.
Mientras continuaban comprando, Daniel miró unos tacones en exhibición con curiosidad.
—Erika, ¿cómo es usar tacones? —preguntó, sus ojos llenos de curiosidad.
Erika sonrió, recordando sus propios primeros pasos en tacones.
—Es una experiencia única. Te hace sentir más alta y elegante, pero también requiere práctica para caminar con gracia.
—¿Podríamos comprar algunos para mí? Me gustaría intentarlo.
Erika asintió.
—Claro, Daniel. Pero con una condición: debes practicar usándolos en todo momento cuando estés en casa, excepto cuando vayas a la escuela. ¿De acuerdo?
Daniel asintió con determinación.
—De acuerdo.
Eligieron varios pares de tacones, asegurándose de que fueran de una altura apropiada para su edad. Erika le enseñó a Daniel cómo caminar con ellos, guiándolo con paciencia mientras daba sus primeros pasos inseguros.
—Lo estás haciendo muy bien —dijo Erika, animándolo—. Solo necesitas un poco más de práctica.
Una vez terminaron las compras, regresaron a casa cargados de bolsas. Erika sintió una mezcla de emoción y orgullo mientras veía a Daniel dar pequeños pasos en su transformación.
Erika llevó a Daniel a su habitación y comenzó a prepararlo para su nueva apariencia. Primero, lo maquilló con cuidado, aplicando una base ligera y resaltando sus ojos con sombra y delineador, aplicándole un lápiz labial rojo, considerando lo especial de la ocasión. Después, eligió uno de los nuevos vestidos que habían comprado, un elegante vestido rosa que le quedaba perfecto.
—Te ves hermosa —dijo Erika, admirando su trabajo.
—Gracias, Erika. Me siento diferente... pero me gusta —respondió Daniel, sonriendo tímidamente.
Erika se arrodilló frente a él y tomó sus manos.
—A partir de ahora, usaré una versión de niña de tu nombre y te hablaré como una chica. ¿Te parece bien?
Daniel asintió, emocionado.
—Sí, me gusta la idea.
Erika sonrió.
—Muy bien, entonces. A partir de ahora, te llamaré Daniela. Bienvenida, Daniela.
Daniela sintió una oleada de emociones al escuchar su nuevo nombre, y abrazó a Erika con fuerza.
—Gracias, Erika. No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para ti, Daniela. Pase lo que pase.
Después de asegurarse de que Daniela se sintiera cómodo y seguro, Erika se dirigió a la oficina de Clara e Isabel para informarles sobre el progreso del día.
—Hoy fue un día muy productivo —dijo Erika, explicando todo lo que había sucedido—. Fuimos de compras y conseguimos algunas faldas y vestidos que le quedan perfectos. También le compré tacones, y comenzó a practicar usándolos en casa. Además, tal como me lo pidieron, a partir de ahora le llamaremos Daniela y usaremos pronombres femeninos.
Clara e Isabel escucharon atentamente, intercambiando miradas de satisfacción.
—Excelente trabajo, Erika —dijo Clara—. Nos alegra escuchar sobre el progreso de Daniela. Sigue guiándola y apoyándola como lo has hecho hasta ahora.
Isabel asintió.
—Estamos muy orgullosas de ti y de Daniela. Este es un gran paso adelante.
Esa noche, mientras se preparaban para la cena, Erika y Daniela compartieron una conversación tranquila y significativa.
—¿Cómo te sientes con todo esto? —preguntó Erika, sirviendo la comida.
—Me siento bien —respondió Daniela, sonriendo—. Sé que será difícil a veces, pero me siento más yo misma cada día. Gracias por todo lo que haces por mí, Erika.
Erika le devolvió la sonrisa.
—Es un placer, Daniela. Estoy aquí para ti, siempre.
Mientras cenaban, Erika reflexionó sobre el día yse sintió orgullosa de cuánto había crecido y cambiado su hermano. Aun así,algo le angustiaba: ¿realmente quería vestirse así o sólo lo estaba haciendopara imitarla? Aunque estaba obligada a llamarlo Daniela y hablarle enfemenino, para ella, en su mente, seguía siendo su hermano; aunque tenía quehablar de él como ella, en su mente prevalecía como un niño. Sabía que aúnhabía un largo camino por recorrer, pero también sabía que juntos podíansuperar cualquier desafío. Se aseguraría de que nunca sufriera como ella lohabía hecho.
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Cambios Inesperados
Ficción GeneralEl padre de Ricardo ha muerto, dejándolo bajo la tutela de Clara. Ella había desposado a su padre en búsqueda de fortuna, encontrando en el proceso también humillaciones y maltrato, lo que le hizo desarrollar un profundo odio a los hombres. ¿Qué le...