Las preocupaciones que su hermano le había manifestado seguían haciendo eco en la mente de Erika. Cada vez le resultaba más difícil pensar en él como su hermano, dada su creciente feminidad. Aunque la relación entre ellos se había vuelto más cercana y solidaria, Erika no podía ignorar la transformación que Daniela estaba atravesando. Un día, mientras realizaban sus tareas domésticas juntos, decidió abordar el tema que tanto la inquietaba.
—Daniela, ¿podemos hablar un momento? —preguntó Erika, dejando a un lado el plumero y mirándola con seriedad.
Daniela asintió, deteniendo su limpieza y volviéndose hacia su hermana mayor.
—Claro, Erika. ¿Qué pasa? —respondió, notando la preocupación en los ojos de Erika.
Erika tomó una respiración profunda antes de hablar.
—He estado pensando mucho en ti, en cómo te sientes. Quiero que sepas que puedes contarme cualquier cosa. Recuerda que naciste y aún asistes a la escuela como un niño. ¿Cómo te sientes con todo esto? —preguntó Erika, tratando de sonar comprensiva y abierta.
Daniela bajó la mirada por un momento, luego volvió a mirar a Erika con una expresión serena pero decidida.
—Hace mucho que me siento una chica, Erika. Me siento bien así. De hecho, no recuerdo la última vez que usé un pantalón que no fuese el uniforme de la escuela. —La voz de Daniela era firme, como si hubiera estado esperando este momento para expresarse completamente.
Las palabras de Daniela resonaron en la mente de Erika. Era evidente que su hermana se había adaptado completamente a su nueva identidad, pero eso no hacía que sus preocupaciones desaparecieran.
Más tarde esa noche, mientras cenaban, Erika no pudo evitar observar la reacción de Clara e Isabel. Ambas parecían completamente complacidas con la revelación de Daniela. Sus miradas de aprobación y sonrisas satisfechas confirmaban lo que Erika había temido: su triunfo al feminizar a ambos chicos estaba casi completo.
—Es maravilloso ver cómo Daniela se ha adaptado tan bien —comentó Clara, con una sonrisa de orgullo.
—Sí, realmente es una chica encantadora —agregó Isabel, asintiendo en acuerdo.
Erika sentía un nudo en el estómago al escuchar esas palabras. Sabía que sus intenciones no eran benignas, y la idea de que Daniela pudiera sufrir el mismo destino que ella la llenaba de temor.
Después de la cena, Clara y Isabel llamaron a Erika a su despacho.
—Erika, hemos estado hablando sobre el futuro de Daniela —comenzó Clara, con un tono que Erika reconocía como implacable.
—Sí, creemos que es hora de que también abandone la escuela y se dedique de lleno a las labores domésticas, al igual que tú —añadió Isabel, sin dejar espacio para la objeción.
Erika sintió un escalofrío recorrer su espalda. La idea de que Daniela dejara la escuela y se sometiera completamente a las mismas restricciones y manipulaciones que ella había sufrido era intolerable.
—Pero mamá, no creo que sea lo mejor para Daniela. La educación es importante y... —intentó protestar Erika, pero fue interrumpida bruscamente por Clara.
—Erika, no es una sugerencia. Es una decisión tomada. Daniela seguirá los mismos pasos que tú. Y sería mejor para ti también si aceptaras esto sin problemas —dijo Clara, su tono dejando claro que no había espacio para discusión.
Erika salió del despacho sintiéndose impotente y frustrada. Sabía que no podía oponerse abiertamente a Clara e Isabel sin sufrir consecuencias aún más severas, pero también sabía que debía encontrar una manera de proteger a Daniela.
Esa noche, mientras ayudaba a Daniela a preparar su cama, Erika decidió que era necesario que su hermana supiera una versión de la verdad, pero no toda.
—Daniela, hay algo de lo que necesito hablar contigo —dijo Erika, tratando de encontrar las palabras correctas.
Daniela la miró con curiosidad.
—¿Qué pasa, Erika? —preguntó, sentándose en la cama.
Erika se sentó a su lado y tomó sus manos.
—Quiero que sepas que cuando era más joven, también fui un chico. Abandoné la escuela porque... bueno, porque sentí que no encajaba. Lo de ayudar en casa... fue algo mamá me impuso para mantenerme ocupada y... porque no tenía otra opción. —dijo Erika, tratando de sonar convincente.
Daniela la miró con sorpresa.
—¿De verdad? ¿Tú también fuiste un chico? —preguntó, tratando de procesar la información.
Erika asintió, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza.
—Sí, Dani. Y quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase —dijo Erika, abrazando a su hermana con fuerza.
Daniela se acurrucó en los brazos de Erika, sintiendo una conexión aún más fuerte con ella.
—Gracias, Erika. Eres la mejor hermana del mundo —dijo, con la voz quebrada por la emoción.
Esa noche, Erika se quedó despierta mucho tiempo, pensando en cómo podría proteger a Daniela de los planes de su madrastra. Sabía que debía ser inteligente y cuidadosa, pero estaba decidida a encontrar una manera de evitar que Daniela sufriera el mismo destino que ella.
Los días siguientes fueron difíciles para Erika. Clara e Isabel no mostraban signos de cambiar de opinión, y la presión para que Daniela abandonara la escuela se volvía cada vez más intensa. Sin embargo, Erika se mantenía firme en su decisión de proteger a su hermana a toda costa.
Una tarde, mientras estaban en la cocina, Daniela se volvió hacia Erika con una expresión de determinación.
—Erika, he estado pensando en lo que me dijiste. Si tú pudiste pasar por todo esto y aun así ser fuerte, yo también puedo. No quiero abandonar la escuela como a ti te pasó, pero si tengo que hacerlo, quiero que sepas que siempre te apoyaré —dijo Daniela, con una madurez que sorprendió a Erika.
Erika sintió un nudo en la garganta al escuchar las palabras de su hermana.
—Gracias, Dani. Eso significa mucho para mí. Pero te prometo que haré todo lo posible para que no tengas que pasar por lo mismo que yo —dijo Erika, abrazándola con fuerza.
Esa noche, Erika se acostó con un renovado sentido de propósito. Sabía que la situación era complicada y peligrosa, pero también sabía que no estaba sola. Con el apoyo de Daniela y su propio instinto protector, estaba decidida a encontrar una manera de mantener a su hermana a salvo y darle la vida que se merecía.
El futuro era incierto, pero una cosa era segura:Erika no permitiría que Clara e Isabel destruyeran la vida de Daniela. La luchapor la libertad y la identidad continuaba, y Erika estaba dispuesta a enfrentarcualquier obstáculo para proteger a su hermana.
ESTÁS LEYENDO
Cambios Inesperados
Ficción GeneralEl padre de Ricardo ha muerto, dejándolo bajo la tutela de Clara. Ella había desposado a su padre en búsqueda de fortuna, encontrando en el proceso también humillaciones y maltrato, lo que le hizo desarrollar un profundo odio a los hombres. ¿Qué le...