Noté su presencia segundos antes del estruendo por encima de la tormenta. La lluvia me impidió saber de qué se trataba (rayo o disparo) era evidente, que había alterado al animal al punto de que a ella le costaba controlarlo. El segundo ruido despejó mis dudas. Le estaban disparando.
Hasta ese entonces, me había detenido y me mantenía alerta. La tormenta aún no alcanzaba su pico más alto, podía ver al detalle al jinete, caballo y a sus alrededores. El poco control que logró lo perdió en el tercer disparo. El que sea atacaba, no estaba a la vista, se ocultaba en algún punto del espeso paraje.
Hice mi primer disparo a aire al salir del remolque, sin perder de vista al animal ni a su dueño. Alguien respondió dentro de la vegetación, pero el viento fuerte y la lluvia le hacían difícil al tirador lograr dar en el blanco.
Eso no le impedía seguir disparando, no contaron que alguien saliera en su defensa, no ese sitio tan solitario y con esta lluvia. Por unos minutos mantuve la duda sobre quién auxiliar primero, al caballo o jinete. Lo primero era una yegua blanca, bastante costosa para que alguien se paseara en un paraje solitario y en medio de la tormenta.
El jinete era una mujer que se encontraba tirada en el suelo, con una herida en el brazo derecho a la vista. No tuvo el control de la caída, la lluvia, lo agitado del animal o los disparos lograron derribarla por sorpresa.
Un par de disparos más hacia el sitio en que la están atacando y el no recibir respuestas me permiten relajarme. El hermoso animal sigue inquieto, pero no se ha alejado de su dueña, lo que me facilita hacerse a las riendas antes de tomar a su compañera del suelo.
—Jaken. —me dice al abrir sus ojos un instante, rebelándome las dos esmeraldas más hermosas jamás vista por este servidor. — me gusta tu aspecto de chico de rancho. —susurra antes de perder la consciencia.
¿Qué probabilidades existe de que un ser humano repita situaciones? Pocas, y yo cuento con dos de ellas parecidas, todas involucran a una mujer en apuros. La primera no logré ayudarle como debía y su asalto fue a manos de su prometido.
A la que tengo en el remolque mientras lidio con la testarudez de su mascota que se niega a cooperar e ingresar en el vagón, fue un acto de irresponsabilidad. ¿A quién cojones se le ocurre andar con un animal tan costoso? Sobre todo, en un mundo tan repleto de individuos sin ganas de trabajar y amante al dinero fácil.
La ato a la parte trasera del remolque, ingreso al interior y abro la ventanilla, en espera que el olor de su dueña haga lo imposible, que ingrese y no me joda más este día. La lluvia está alcanzando terrenos altos, la visión de la carretera es cada vez difícil, estoy estresado y enojado.
No es el mejor de mis días, un negocio pendiente que involucraban a nuestras mejores crías se convirtió en tortura. Mi querida madre olvidó decirme la identidad del cliente. Un miserable acosador con manos ágiles y mucha testarudez. Deslizo la rampa, suelto la su rienda y dejó que el instinto haga lo propio. Mi paciencia se fue al carajo, en el maldito último roce indebido por ese hijo de puta homosexual.
—Vamos, cielo —le insto acariciando su pierna. —no podemos quedarnos aquí
—Es una dama Jaken —le siento decir con voz débil —jamás ingresará a una habitación con un desconocido.
Aliviado al ver que ha recobrado el conocimiento e ignorando que por segunda vez que me ha llamado con ese nombre, le lanzo una mirada a la yegua. Seguimos estando el riesgo, quienes quisieron asaltarla deben seguir allí ocultos. No es mi mejor día para morir, menos por una inconsciente.
—Tu hermoso trasero ha llamado la atención —le riño —no soy yo el herido, es tu dueña y por culpa de las dos. Una por irresponsable, otra por hermosa.
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Indomable
RomancePatrick se ha resguardado en la tranquilidad que su soltería y el rancho Mallory le brindan; jamás imaginó que ayudar a una mujer y su caballo tirarían a tierra esos deseos. Luisa es una mujer hermosa, envuelta en una nube de misterio y mucha rebel...