En los siguientes días, la casona se sumió en un silencio sepulcral. Las largas ausencias de los dueños de la casa, y el no saber lo que acontecía, mantenían a todos estresados. Patrick se refugió en el trabajo, en donde pasaba la mayor parte del día. Rompiendo la rutina para acompañarme en la caminata con Delilah, aunque era poco conversador.
Si bien, su trato era acostumbrado, estaba la certeza que algo le preocupaba. No volvió a acudir al hospital, concediéndole permiso a Salvador para que me llevara. Hablaba con Jaken y su padre por móvil, con Alice había dejado de hablar desde el día en que la verdad salió a la luz.
Jaken fue llevado a otra habitación y su recuperación marchaba excelente. No existía motivos para estar tristes, no obstante, ese sentimiento había invadido a todos. La señora Alice, el señor Malcolm, Magdalena y Travis. Al único que no se mostraba triste era Jaken, su sonrisa al verme ingresar eliminaba cualquier muestra de tristeza ocasionada por el ambiente.
—Asi que vas a casarte —me dice cierto día cuando la conversación llegó a un punto muerto y la hora de visita se acababa —¿Estás preparada? —continúa —hijos, rutina, un hogar, encierro. —describe.
—Nadie mejor para el padre de mis hijos —mi respuesta le hace enarcar una ceja y lanzar la pregunta que rondaba mi cabeza desde que le di el Sí a su hermano.
—¿Qué hay del amor? —cuestiona viéndome inflar pecho y soltar aire con brusquedad.
—Estoy haciendo lo correcto, es lo que, de momento, sé.
La respuesta la digo con la mirada fija en las sabanas color menta que cubren la parte inferior de su cuerpo. Se remueve en la camilla y guarda silencio en los siguientes minutos o segundos. Al volver a hablar el tono de voz es calmado logrando calmar mi atormentado corazón.
—Es un sentimiento imprescindible, no hay manera que un hogar funcione sin amor. —habla al fin —¿Luisa? —inclina su rostro, buscando el mío y al encontrarse nuestros rostros, pregunta —¿Lo amas?
Regreso la mirada a la cobija repitiendo la pregunta en mi cabeza. Con Patrick me siento a Salvo, feliz y disfruto su compañía, es lo mismo que con Jaken, pero cuatro veces más intenso. Con Jaken, hay tranquilidad, con su hermano se siente como estar en medio de una tormenta, con truenos, rayos a mi alrededor, pero sin miedo.
—Si es tan difícil de responder, lo mejor es replantearse ese compromiso —es él quien rompe mis pensamientos y toma mis manos —no me gustaría que salieran dañados.
—Ninguno ha hecho tanto por mí...
—El agradecimiento no puede pagarse de esta manera. —replica. —y si crees que el amor que te profesa es suficiente para formar un hogar, te equivocas.
Es tanta mi risa ante la seguridad que tiene sobre los sentimientos de su hermano, que acabo diciéndolo en voz alta. Según Jaken, le basta ver el rostro de su hermano al estar cerca de mí o verme, para saber que me ama.
—¿No vez lo mismo en mí? —me animo a preguntar y su ceja, oscura, se alza a un más —Me ayudarías mucho si lo vieras.
—Eres un caso especial —bromea —has puesto una capa oscura en torno a ti, que es difícil que alguien sepa lo que sientes o piensas. Jamás te he visto llorar, reír a carcajadas o disfrutar algo sin ver a tu alrededor —suspira —no sé si me estoy explicando.
—Entiendo el punto —respondo en medio de un largo suspiro —¿Es posible que Alfred me castrara a nivel de sentimientos?
—No. —sonríe —¡Por supuesto que no! —repite aumentando el tono de la risa —quizás dejó un tornillo suelto, que hay que ajustar, pero no lo destruyó del todo. No demuestras el miedo, pero sospecho que estás rodeado de ellos.
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Indomable
RomancePatrick se ha resguardado en la tranquilidad que su soltería y el rancho Mallory le brindan; jamás imaginó que ayudar a una mujer y su caballo tirarían a tierra esos deseos. Luisa es una mujer hermosa, envuelta en una nube de misterio y mucha rebel...