Capítulo 7

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Patrick me hizo compañía por varios minutos, tiempo en el cual hizo preguntas sobre el incidente. Deseaba saber si logré ver a los asaltantes, tuve algún incidente con alguien o si contaba con algún enemigo. Aunque no fue directo en esto último, pude entenderlo.

No pude decirle que en mi vida sí existía alguien que me odiaba lo suficiente para quererme muerta. Hablar sobre Alfred Vass es traer a la luz un pasado que quiero enterrar. Su existencia fue reemplazada por una chica menuda y silenciosa que ingresó ayudarme a asearme y vestirme.

El gesto me hizo sentir de esa protagonista de una de esas novelas de época en donde la doncella era bañada, vestida y arreglada. La antigüedad de la casona y el lujo que desbordaba, hacían real mi fantasía.

Hizo todo en silencio, en las veces que le busqué conversación respondió con monosílabos. En lo que sí fue amplia fue al aclarar que mi ropa había sido enviada a lavar y la que usaría había sido entregada por la señora Magdalena y su esposo. Lo hizo antes de perderse a los pasillos, dejándome sola y sin saber qué hacer.

La soledad no tardó en disiparse con el regreso de Patrick. Sus padres estaban en el recorrido por la granja y le habían pedido acompañarme. Hizo un pequeño recorrido de su hogar, según sus propias palabras, evitando que me perdiera. Un comentario que vi exagerado, tiempo después, cuando cruzaba junto a él los pasillos, comprendí el tamaño de mi error.

Elegancia, buen gusto, lujo y mucho dinero, se notaba en cada rincón. Los acabados en madera bien conservados, alfombras, muebles y demás. La casona no tenía nada que envidiarle a una mansión en New York.

—Te presento al rancho Mallory en sus inicios —señala una pintura antigua, con orgullo —los primeros pilares.

Nos detenemos ante una pintura del Mallory en sus primeros años. El rancho de hoy, cuenta con tres pisos, según recuerdo, hemos pasado dos pasillos y eso habla de la amplitud. La de la pintura es de una sola planta y bastante pequeña en comparación con la de hoy.

—¿De quién fue la idea de Mallory? —quise saber.

Si es herencia materna como todos han asegurado, ¿Por qué lleva el rancho el apellido del padre y no de la madre?

—Ha tenido muchos nombres.

Su voz profunda me saca de mis pensamientos y obliga a verle. Sigue pareciéndome un hombre inquietante, unos ojos oscuros que me hechizan y un aura que ejerce el poder de dejarme sin aliento.

—Dependía en gran medida sus dueños. El que ostenta ahora, fue una orden dejada por la antigua dueña, en honor a su esposo. —explica y me quedo viendo la cintura.

—La mamá de Magdalena, era descendiente de ellos—comento señalando a la pareja de la pintura, cuyos rostros se muestran difusos.

—Todo esto es de ella y mi padre —señala a su alrededor y sonríe regresando su mirada a mí —yo solo le ayudo a mantenerlo.

—Y lo haces bien, según se ve.

—Hago lo que puedo —tuerce sus labios en una sonrisa y alejo la vista por considerarla dañina a mis defensas.

Años atrás, en estos terrenos existían un ingenio de caña de azúcar. Dos tercios de ellos era para el cultivo del mismo, los demás estaban divididos entre cacao, criaderos de bovinos y animales de carga. Salvo por la caña de azúcar y el ingenio que colapsó durante la guerra, todo lo demás sigue conservándose.

—Hay mucha historia en este lugar —confieso extasiada por su relato y la forma de narrarlo con admiración.

—Tanto, que puede hacerse un libro —se retira su sombrero y mira la imagen —el rancho se usó para muchas cosas, entre ellas el desembarco de tropas durante la guerra.

IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora