Capítulo 17

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Horas antes...

Me he lamentado una y otra vez de hablar con Jake aquel medio día ¿Por qué no colgué al saber quién era? Debí mandarlo al diablo, pero no, yo quería demostrarle que mi estado mental, era más fuerte que el suyo. Mismo que se hizo mierda al enterarme de la historia narrada por Landon.

No hizo más que mentir y señalar a mi madre como mentirosa. Lo dijo en el instante en que aseguró su nombre fue falsificado, que el nacimiento de Jake fue un error de una noche, cuando la verdad es distinta.

Tanto fue el enojo que no soportaba tener a nadie a mi lado, ni siquiera a Luisa. Odiaba tener que alejarme de ella, pero era mejor eso a que resultara herida. De todas maneras, no es que yo le hiciera mucha falta. Ella seguía en su plan de hablar con todos y parecía llevarse bien con el payaso londinense.

Hastiado y sin poder soportar que Landon mintiera o que nadie lo descubriera, decidí ir en búsqueda de consejos. Confiado en que mi madre no tenía motivos para mentirme tanto como Landon, detengo el auto ante el hogar, el tío Gabriel.

El avance por los jardines, son con el recuerdo de todo lo que he escuchado de la relación con mamá y Landon. Presiono el timbre reviviendo las veces en que mamá me narró su niñez, adolescencia y noviazgo con Landon.

Me parece estarla viendo, ella sentada en la silla del hotel y yo en la cama con los pocos juguetes que logre sacar de la casa. Acaba de salir de ducha, su cabello estaba mojado, nariz y ojos rojos, pero que insistió en que no había llorado, todo era producto de la caída accidental de champú en los ojos.

Mamá siempre logró ser fuerte en medio de la destrucción.

—¿Qué se le ofrece? —pregunta la mujer en uniforme blanco que me abre la puerta.

—Estoy buscando al señor Gabriel Curtis. Soy Patrick, un sobrino. —le explico y ella sonríe.

—Espéreme aquí, por favor. —vuelve a cerrar la puerta y mi cabeza viaja a esa época.

El tío Gabriel era el mayor de los hermanos Curtis, mi madre contaba con cuatro hermanos, de los cuales solo dos de ellos estaban con vida. Jamás fueron muy cercanos, ni siquiera cuando sus padres vivían.

Según mi madre, crecer en una época de recesión y en un estrato bajo, les hizo a todos buscar otros rumbos. No era novedad que, al cumplir la mayoría de edad, Algunos ni siquiera lo esperaban. Los jóvenes abandonarán el seno familiar en búsqueda de nuevos horizontes. Siendo el primero en volar lejos de casa el tío Gabriel, le siguió el tío Wilson y por último, Vanessa. Solo el tío Gabriel y mamá lograron hacerse una carrera universitaria. Los demás se conformaron con empleos temporales.

En casa quedaron Mercedes, la segunda y Alice, última de toda la familia. Mercedes se casó con un empleado estatal, sin mayores aspiraciones que vivir de su trabajo como abogado de oficio. Con todo, logró forman un buen hogar, dentro de la escasez.

Gracias a ese matrimonio, Alice Curtis, conocería a Landon, joven colega amigo del esposo de mi tía, con quien mamá logró una amistad que rápidamente escalaría a algo formal. En aquellos tiempos mi madre estudiaba su último año en la universidad y no fue hasta su tercer año después de graduarse que caminarían juntos hasta el altar.

El noviazgo y matrimonio, lo describe como un cuento de hadas. Landon Giles era el sueño de cualquier chica, de grandes proyectos, exitoso y copropietario de una oficina de abogados con cierto éxito en la capital. Su colega y amiga de universidad, Senna Sanders, una mujer que empezó siendo su asistente.

Senna era una pasante cuando ingresó a la oficina de abogados, pero gracias a su astucia, enlaces y a la fortuna de su padre, logró poner a la firma en un escalón importante. Asi las cosas, la tierna, dulce, pero astuta Senna, pasó de ser asistente a socia, de amante a esposa en tan solo doce años, de los cuales diez de ellos mi madre ocupó el puesto de novia y esposa.

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